A pesar de que, desde hace ya largo tiempo, los músicos meridionales abordan sin complejos -y con loables éxitos- el repertorio germánico y centro-europeo, parece como si la hermenéutica musical de la tradición eslava estuviera reservada a los intérpretes del este. Al así como si su espíritu artístico fuera un patrimonio cultural encriptado en los abismos de lo genético -quizás de ahí, aún hoy, las dificultades de entendimiento entre los pueblos de oriente y occidente. Sea como fuere, el pasado 22 de marzo pudimos reencontrarnos con una de las composiciones corales religiosas más extraordinarias del repertorio ortodoxo del pasado siglo, Las vísperas de Rachmaninov, interpretadas con solemne pulcritud por el coro de la Radio de Letonia.
Escritas poco antes de que el ascenso del bolchevismo prohibiera el culto religioso en Rusia, Las vísperas de Rachmaninov se sumergen en lo más hondo de la liturgia de las horas y del espíritu de los antiguos cantos ortodoxos, entretejiendo unas texturas corales que viajan de lo más ingrávido a la densidad más exultante, siempre dentro de un recogimiento de conmovedora serenidad. El coro letón, bajo la batuta del maestro Sigvards Klava, nos brindó una lectura de una nitidez discursiva digna de la más pulcra escuela británica, amén de la hondura expresiva de la mejor tradición eslava. Una retórica musical cuidada hasta el mínimo acento y ejecutada como un único bloque sonoro, con un empaste vocal realmente extraordinario.
Lamentablemente, las medidas de recortes en contenidos gráficos y materiales aplicadas por muchas salas de conciertos en la era post-pandémica, privaron al público de un mínimo programa de mano (ni en formato impreso, ni digital) que permitiera seguir la traducción de los textos de los quince movimientos; un detalle nada baladí en una obra de estas características y dado el escaso conocimiento de la lengua eslava eclesiástica entre el público catalán común.
_________