Doce Notas

Raúl Canosa, la imaginación y el aprendizaje continuo alrededor del piano

entrevistas  Raúl Canosa, la imaginación y el aprendizaje continuo alrededor del piano

Galardonado en más de una docena de concursos nacionales e internacionales, Raúl Canosa es un talento reconocido en varios continentes que con tan solo 26 años ha conquistado al público y a la crítica de medio mundo. Ha actuado en Austria, Alemania, Argentina, Francia, Estados Unidos, Reino Unido, Puerto Rico, Italia y España.

Se ha presentado en el Musikverein de Viena, Der Zentrum de Bayreuth dentro del Festival Wagneriano, la Fundación Juan March de Madrid y ha actuado en repetidas ocasiones en el Auditorio Nacional, como solista con la orquesta Andrés Segovia, y en el ciclo de Jóvenes Intérpretes de Scherzo. También ha sido solista invitado de orquestas en Argentina y en Estados Unidos. Ha actuado para la televisión de España y Estados Unidos, en el programa La Partitura y en Celebration of Music y ha sido varias veces entrevistado en Andante con Moto de Radio Clásica.

Raúl presenta sus recitales con cohesión temática, frecuentemente programática, sintiendo predilección por obras inspiradas en la literatura, y en particular en la poesía de grandes autores (Gaspard de la nuitAprès une lecture du DanteLa Vega de Albéniz, la Sonata de Liszt). Su vena creativa le ha llevado a explorar la ornamentación, y la ejecución del bajo continuo en los conciertos de Mozart y Haydn. Ya desde su debut tocando el Concierto nº 1 de Beethoven con 16 años, compone la cadenza del primer movimiento, tónica que ha seguido en el resto de conciertos clásicos que ha interpretado.

Raúl obtiene el Título Superior de Música en tres años en CSKG, es admitido a los veinte años para hacer el Master en el Colburn Conservatory de Los Ángeles, prosigue sus estudios en Argentina con el Maestro Gelber y en la Lieven Piano School de Viena, y obtiene el Performance Diploma en la SMU de Dallas. Sus principales profesores han sido Joaquín Achúcarro, Bruno Gelber, Jean-Yves Thibaudet, Fabio Bidini, Jura Margulis y Nino Kereselidze.

¿Por qué ha elegido este repertorio para su primer trabajo discográfico?

Siempre es un reto elegir el repertorio de un primer CD, y fue un proceso que llevó mucho tiempo y barajé muchas opciones.

Antes de llegar a la idea final, habían pasado por mi cuaderno varias opciones y combinaciones de piezas para un segundo y tercer CD que, sin embargo, no me convencían para este debut discográfico. No fue hasta descubrir las obras para piano de Rodrigo, muchas de las cuales no solo me fascinaron, si no que germinaron la idea de combinarlas con danzas del mismo título de otros autores españoles. Su Serenata española con la Serenata española de Malats, sus Seguidillas del diablo y A l’Ombre de Torre Bermeja con las Seguidillas y la Serenata Torre Bermeja de Albéniz. Y a partir de esa idea surgieron el resto de obras que incluye el CD.

Es un repertorio poco escuchado y algunas piezas casi olvidadas, pero su disposición es precisamente lo diferente. Se emparejan géneros de diferentes autores, y el que escucha puede hacer sus propias comparaciones si cabe.

¿Por qué esa disposición tan original?

Efectivamente, una de las facetas de este álbum es que recupera obras poco frecuentes y que son absolutamente deliciosas. Además, muchas de ellas se encuentran desperdigadas en ciclos de obras que se suelen interpretar y grabar íntegramente. Por ejemplo, las seguidillas de Albéniz son parte de Cantos de España Op. 232. Las seguidillas del diablo es una de las Cuatro Estampas andaluzas de Rodrigo. En este álbum podemos escuchar estas piezas, no aisladas, si no emparejadas con otras danzas del mismo género con las que comparten el mismo origen folclórico. Esto permite el público apreciar las similitudes entre ambas danzas y al mismo tiempo saborear el diferente lenguaje estético y armónico de cada compositor.

También incluye tres obras de estreno, incluyendo una suya, hablemos de esta última.

La idea de lanzarme a componer una obra y de tener la osadía de incluirla en el CD surgió buscando una pareja para la Jota de Concierto de Joaquín Larregla. Se me ocurrió componer una pequeña obra sobre temas populares aragoneses y, lejos de mi intención, acabó convirtiéndose en la obra más extensa y enrevesada del álbum pues se me empezaron a ocurrir variaciones cada vez más difíciles y virtuosísticas.

Ud tiene un curriculum impresionante siendo tan joven, y ha estudiado con grandes maestros como el pianista Joaquín Achúcarro. ¿Qué puede destacar de sus enseñanzas?

Su ejemplo y su humildad. Sus ganas de seguir estudiando y descubriendo. A sus 90 años, sigue practicando cada día entre 3 y 6 horas, además de enseñar y nadar. Es un recuerdo que siempre se me quedará grabado y que me persigue en mis momentos de pereza: “¿cómo puedo decir que estoy cansado si él con 90 años sigue al pie del cañón?” Además, es una gran persona, educado, considerado, culto y paciente.

¿Cuáles son sus referentes pianísticos?

Son muchos, y de cada uno aprendo algo y disfruto con curiosidad y asombro de sus interpretaciones. Empezando por Horowitz, Rubinstein, Cortot, Franois, Zimerman. Pero yo creo que para un pianista es muy importante buscar inspiración fuera del repertorio del instrumento y escuchar sinfonías, cuartetos, música de cámara y sobre todo música vocal como la ópera o lieder, pues la voz es el instrumento más expresivo por naturaleza y el que aspiramos a imitar.

Ha actuado en diversos auditorios tanto dentro como fuera de nuestras fronteras ¿Cuál es la diferencia de público que ha advertido entre países como Argentina, Austria o España?

En América el público es muy entusiasta, mientras que por ejemplo en Austria la acogida inicial es más fría, pero, cuando se rompe el hielo, el público aplaude y agradece a los artistas con largas ovaciones. España es un sano punto medio, la gente tiene cultura y también más fuego en las venas y eso se nota en la reacción y aplauso de público. Además, aquí la noche siempre es joven y se cena después del concierto al contrario de lo que sucede por ejemplo en Estados Unidos, donde la gente ha cenado antes del concierto y tiene más prisa por volver a casa.

¿Cree que el auge de las redes sociales ha ayudado a democratizar el mundo de la música clásica? ¿Sirven como un gran motor de divulgación o hay algo de superficialidad en el modo de llegar al público?

Todo es cierto al mismo tiempo y es terrible, porque uno pretende usar las redes sociales para democratizar la música y son las redes las que terminan gobernándole tiránicamente a uno con su poder de succionar cerebros al mínimo despiste. Uno quiere usarlas para divulgar la música y le acaban lavando el cerebro con lo que premia el algoritmo. Es muy complicado ser capaz de doblegarlas a tu favor sin pagar algún peaje, y hay que negociar qué precio está uno dispuesto a pagar porque las redes son importantes, pero también peligrosas, uno no debe dejarse enredar, nuestro lugar es con el instrumento.

¿Cuáles son los retos futuros que le gustaría afrontar? 

Muchísimos, uno de ellos es justamente conseguir usar las redes en beneficio propio, es decir sin quitar tiempo de mi estudio, y eso requiere mucha disciplina y madurez o alguien que se ocupe de ello. Hay un montón de obras pianísticas que tengo pendientes de aprender, explorar y entender. Una de las cosas que quitan el aliento en esta profesión es que no hay techo, uno nunca acaba de estudiar ni de perfeccionar una obra, es un aprendizaje constante, un proceso que dura toda la vida, un pozo sin fondo, y una meta maravillosa, un tesoro para el alma, y es un privilegio poder disfrutarlo y compartirlo desde el escenario con el público.

Más información sobre su nuevo trabajo discográfico

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