
Miguel Lorenzo/Mikel Ponce
El hecho de que el burlador acabe en el infierno tiene que ver con la moral general, a la que desafía constantemente. Al mismo tiempo, esa moral resulta ser una moral rígida, y Don Giovanni es el único que osa desafiarla traspasando los límites hasta criminales.
En la producción premiada de Damiano Michieletto para el Teatro La Fenice de Venecia se podría incluso pensar que el personaje principal es el mismísimo diablo que juega con los demás actores como si fueran marionetas de hilo. Esto quedó especialmente claro en sus apariciones espectrales, obligando a sus víctimas a posarse en el suelo con un simple movimiento de la mano; o poco antes de caer el telón, cuando desafiante asciende del infierno para una vez más mostrar su poder: incluso muerto, no se arrepiente de sus actos. Este rol sumamente dinámico que determina la acción, esta fuerza centrípeta que atrae a todo lo que le rodea, tuvo su correspondencia en las rotaciones de una plataforma giratoria sobre la que se habían montado las dependencias de un palacio del settecento, dispuestas en círculo y conectadas por puertas. Ello dio pie a una escenificación dinámica y en sintonía con los ritmos de la propia obra. Unos ritmos que el maestro italiano Riccardo Minasi eligió muy vivos desde el foso: con nervio y gestos expresivos impuso unos tempi muy rápidos desde la propia obertura con su inusual arranque en re menor, una tonalidad que antaño se asociaba con lo diabólico.
La orquesta supo responder con destreza a las muy precisas indicaciones del maestro, si bien al conjunto le faltó brillantez e incluso volumen en las no precisamente nutridas filas de los violines. En consecuencia, el sonido quedó algo descompensado, especialmente en los tutti.
El reparto en Les Arts lo encabezaba Davide Luciano, un ágil barítono que se sintió muy cómodo en su papel del burlador. Vocalmente destacaron el bajo Gianluca Buratto (Il Commendatore) y las protagonistas femeninas Elsa Dreisig (Donna Elvira), Ruth Iniesta (Donna Anna) y Jacquelyn Stucker (Zerlina). Giovanni Sala (Don Ottavio), Riccardo Fassi (Leporello) y Adolfo Corrado (Masetto) completaron un elenco bastante homogéneo que supo insuflarle vida a este dramma giocoso en una representación que el público premió con un merecido aplauso.
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