Doce Notas

Don Pasquale inaugura temporada en el Liceu

opinion  Don Pasquale inaugura temporada en el Liceu

Considerada como uno de los epílogos del género cómico italiano (fue estrenada en París el año 1843), esta ópera aún conserva hoy toda su frescura y vitalidad dramáticas, amén de un irresistible atractivo musical. Donizetti volcó en ella su maestría compositiva, la cual recoge lo mejor de la tradición bufa rossiniana y los tintes del nuevo aliento romántico; todo ello unido a una trepidante intuición teatral. El reparto reunido para la ocasión por el Gran Teatro del Liceu supo exprimir todo el jugo de la partitura del maestro de Bérgamo, resultando una inauguración brillantemente exitosa.

El pasado 9 de octubre, Carlos Chausson demostró tenerle el pulso bien tomado al rol del maltrecho Don Pasquale, luciendo aún, a sus 72 años, un vigoroso instrumento y un envidiable talento dramático. Su deseada Sofronia (Norina), fue la exquisita soprano Sara Blanch, quien no para de darnos alegrías escénicas y no fue ésta una excepción. Desde el primer minuto, derrochó virtuosismo canoro y vitalidad escénica a doquier, construyendo un irresistible personaje tanto en plano escénico como en el musical. Tuvo como aliado a un doctor de gran empuje en el joven barítono Carlos Pachon. Poseedor de un portentoso instrumento, recreó un Malatesta de nobles acentos canoros y de aires un tanto macarra, muy ajustado a los estándares del montaje. Completó el cuarteto protagonista, el elegante Ernesto de Santiago Ballerini, cantado todo él con impecable e inspirada línea.

Josep Pons concertó la obra sacando a relucir la riqueza de su orquestación, un tesoro no siempre suficientemente explotado. Cabe felicitar por ello al maestro del Liceu, aún a pesar de puntuales pasajes algo pasados de decibelios que dificultaban la audición de las voces. Por lo que al montaje escénico se refiere, tuvo sus aportaciones interesantes, como la incorporación de los títeres en la escena del dúo de bajos, y otras tantas de intrascendentes, como la referencia a la infancia de Don Pasquale (un recurso recurrente y muy trillado, que poco aporta al contenido desenfadado de la obra) o la minimalista ambientación escenográfica. El uso de la cámara y la pantalla para proyectar primeros planos de los intérpretes es un recurso recurrente y efectivo, a pesar de que solo se beneficiaran de ello los pisos bajos; seria deseable que, a menudo, los registas tuvieran en consideración al público de las alturas.

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