Un total de cincuenta y cinco conciertos de música antigua distribuidos por los escenarios de treinta y ocho municipios del Pirineo y Prepirineo catalanes han dado cuerpo a la onceaba edición de este singular y entrañable festival, transcurrida con gran éxito entre los meses de julio y agosto de 2022. A mediados de este último, tuvimos ocasión de degustar cuatro propuestas de su variado programa de las que damos cuenta artística a continuación, subrayando de antemano la gran acogida de público en todas ellas, con llenos absolutos.
Bach da chiesa
El trío Temperamento, formado por Rafael Ruibérriz (traverso), Guillermo Turina (violoncelo) y Alfonso Sebastián (clave), nos presentó un programa bachiano integrado por tres sonatas da chiesa y otras páginas célebres del compositor germánico. Las sonatas da chiesa tienen la particularidad de ser un repertorio de cámara concebido originalmente para funciones litúrgicas y de estar encabezadas por un movimiento lento. Las tres sonatas para flauta y continuo de J. S. Bach, aunque creadas ya para el disfrute de sus mecenas, mantienen su característica alternancia entre movimientos lentos y rápidos, tan explotada en una época de contrastes como la del período barroco. A su vez, las composiciones basadas en ritmos de danza, los recursos contrapuntísticos o las canciones religiosas y populares fueron una constante que alimentó la imaginación de los compositores de los siglos XVII y XVIII. Y Bach, lejos de ser una excepción, fue un ejemplo paradigmático de todo ello.
El conjunto Temperamento nos ofreció, el pasado 13 de agosto, una atractiva audición de las tres sonatas da chiesa bachianas BWV 1033, BWV 1034 y BWV 1035. Los tres integrantes demostraron espléndida compenetración, habilidad técnica y pulcritud estilística, unas virtudes que se vieron realzadas en las otras piezas como el Preludio de la Suite para violoncelo solo BWV1007, el Preludio y fuga en Do mayor para clave BWV 1033, la transcripción del célebre Coral “Jesus bleibet meine Freude” o algunos de sus movimientos para suites.
Por lo general, cabe destacar cierta tendencia del conjunto a enfatizar los movimientos rápidos, resueltos con gran brío y pericia técnica. En los allegri de las sonatas da chiesa rubricaron algunos de los momentos más álgidos de la velada. Por el contrario, los movimientos lentos resultaron algo más tímidos y desdibujados, como aquejados por falta de mayor hondura expresiva, aunque siempre pulcramente ejecutados. Puntualmente, a pesar de la buena acústica del recinto, el equilibrio del conjunto se vio comprometido por las regulaciones del traverso, ahogadas casi siempre por las cuerdas del cello. Todo ello, peccata minuta en una velada de gran realce musical.
El valor artístico extramusical vino dado por el marco de la iglesia de Sant Vicenç d’Estamariu, una construcción del románico lombardo presidida por los restos de un extraordinario programa iconográfico, con frescos originales datados hacia 1135.
A la búsqueda del contrapunto
La singular iglesia románica de Sant Climent de Coll de Nargó, acogió, el 14 de agosto, el tercero de los conciertos del cuarteto Trifolium en el FeMAP. Un programa dedicado a recorrer la evolución del contrapunto como técnica compositiva a lo largo de tres siglos.
Este cuarteto español, integrado por los violines de Carlos Gallifa y Sergio Suárez, la viola de Joan Mesana y el cello de Javier Aguirre, a pesar de su juventud, cuenta ya con algunas grabaciones discográficas que avalan su rigor dentro del ámbito de la interpretación historicista. En el presente concierto, nos ofrecieron un viaje musical, didácticamente conducido por su primer violín, en donde pudimos degustar de forma cronológica algunas piezas de grandes maestros de la composición contrapuntística.
Aunque los orígenes del contrapunto (a pesar de lo que se dice en el programa de mano) ya podamos rastrearlos dos siglos antes, en el seno de la praxis polifónica tardomedieval, el concierto arrancó con un madrigal del gran Palestrina, compositor que, junto a Tomás de Victoria, elevó a las cotas más altas la tradición polifónica renacentista. Las piezas venecianas de Frecobaldi y Dario Castello dieron continuidad al programa a través del siglo XVII, antes de viajar a las latitudes británicas con Henry Purcell y llegar a la culminación de la expresión barroca de las manos de J. S. Bach (s. XVIII), del cual pudimos escuchar una pieza de su Arte de la fuga (BWV. 1080). La magistral sabiduría de W. A. Mozart puso el colofón al concierto con la interpretación de uno de sus cuartetos dedicados a J. Haydn, el núm. 14 en Sol mayor, Kv. 387.
La labor del conjunto Trifolium estuvo impregnada de una gran pulcritud discursiva, una sonoridad equilibrada y una perfecta cohesión y compenetración, quizás tan solo faltada de un poco de sal y mayor ambición expresiva en determinados pasajes. El cuarteto mozartiano, y particularmente su movimiento conclusivo, fue el punto culminante de la velada.
El legado eterno de Josquin des Prez
La festividad de la Asunción de María, en la recóndita población de Vilanova de Banat (Alt Urgell) (una localidad de 10 habitantes), se celebró uno de los conciertos más exquisitos de esta edición del FeMAP: los arreglos de varias obras de Josquin des Prez, príncipe de la polifonía renacentista, para dos voces y vihuela de mano.
María Cristina Kiehr (soprano), Jonatan Alvarado (tenor) y Ariel Abramovich (vihuela de mano) nos desgranaron el repertorio de su reciente álbum dedicado a Josquin, un programa de exquisita factura que bebe de las fuentes más excelsas del contrapunto imitativo y lo recrea a partir de su expresión más pura y destilada. Una interpretación despojada de todo artificio, que busca en la pureza del sonido, en la nitidez de la articulación y en la naturalidad de la inflexión melódica la sinceridad de una expresión de profundo calado emotivo. Una emotividad íntima, sobria y delicada que va tejiendo sutilmente los secretos de una armonía sublime que eleva desde lo más hondo la eternidad del alma.
Al finalizar el concierto, una degustación de productos locales, junto a las vistas de los bucólicos paisajes del municipio, completaron la experiencia sensorial de esta exquisita matinal musical.
Diálogo poético y musical
El conjunto Résonance nos brindó, el pasado 16 de agosto, en la iglesia de Sant Sadurní de Maçaners (Saldes), una propuesta simpática y desenfadada que amplia los cánones del etiquetaje de la música antigua.
Constituida por Samuel Cattiau (contratenor / barítono), Matthieu Saglio (violoncelo) y Thomas Maillet (guitarra acústica), esta formación francesa nos deleitó con un repertorio de músicas de nueva creación compuestas a partir de textos tomados de obras antiguas. O sea, un ejercicio de recreación musical a partir de poemas, versos u oraciones previamente musicadas por autores del medievo hasta el Barroco. A pesar de que el programa del concierto destacaba los nombres de dichos compositores (cosa que pudo llevar a alguna confusión entre el público menos melómanos), nada de ellos pudo escucharse en el concierto, puesto que la música interpretada era enteramente nueva. Lo único antiguo, en este caso, fueron los textos, la autoría de los cuales extrañamente cabe atribuir, de forma mayoritaria, a sus primeros compositores.
Matizado esto, hemos de subrayar la frescura y la vitalidad de las músicas escuchadas, a veces muy cercanas a los ritmos latinos, poseedoras de un amplio espectro dinámico, con puntuales lucimientos para la voz y los instrumentos, amén de una inspirada factura melódica. Unas canciones llevadas casi siempre al terreno de la música mundana, en un intento de actualizar anhelos y sentimientos compartidos de antaño, cantadas mayoritariamente en tesitura de contratenor (Cattiau), con voz homogénea, bien proyectada, buen dominio del fiato y consumado fraseo. Sólo cabría reprochar, puestos a ello, cierta tendencia a abusar de algunos recursos expresivos como los crescendi canoros en las frases conclusivas. Mención a parte merece la extraordinaria aportación del violoncelo (Saglio), quien nos regaló algunos de los momentos más vibrantes de la velada. A destacar la impecable prestación de Maillet a la guitarra, substituyendo al titular del conjunt (Quentin Dujardin).
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