Doce Notas

Una cantera de champions

opinion  Una cantera de champions

Afortunadamente, la pequeña iniciativa privada, siempre mucho más despierta, audaz y valiente, a menudo logra abrir una brecha de oportunidades. “Al pot petit hi ha la bona confitura”, acostumbra a rezar un dicho catalán. Bien, pues éste es el caso del veterano Festival Internacional de Música Clásica de Sant Fruitós de Bages (Barcelona), donde, un año más, se ha certificado el extraordinario nivel del joven plantel de cantantes líricos catalanes.

Entre los principales méritos de la mezzosoprano Mireria Pintó se cuenta el haber fundado y sostenido, a largo de 28 ediciones, un festival de música clásica en su localidad de residencia, en la comarca catalana del Bages (provincia de Barcelona). Un certamen que se ha convertido en todo un referente de la programación cultural veraniega en la Cataluña interior y por el que han pasado grandes figuras del panorama estatal, como Joan Pons, Josep Bros, Núria Rial, Jordi Savall, Ainhoa Arteta, Isabel Rey, Maria Bayo, Jaume Aragall, Àngel Òdena o la recién fallecida Teresa Berganza, a quien se ha dedicado la presente edición. Pero a su vez, este evento estival ha servido de plataforma para promover el talento joven del país, apostando decididamente por intérpretes emergentes como Mireia Farré, Maria Solozobova, Laia Masramon, Anna Alàs, Maria Miró, Josep Ramón Olivé i Roger Padullés, entre otros muchos a largo de estas casi tres décadas de vida. La presente edición no fue una excepción, cosa que nos permitió asistir a una gala musical protagonizada por dos de las voces jóvenes que más se las prometen dentro del panorama estatal: la soprano y el barítono barceloneses Serena Sáenz y Carles Pachon, acompañados al piano por Stanislav Angelov.

Sáenz, a pesar de sus 28 años, ya ha debutado en grandes coliseos como el Teatro de la Zarzuela, el Gran Teatre del Liceu o la Staatsoper Berlin, y ha sabido aprovechar con gran éxito las oportunidades sobrevenidas de substituir a intérpretes consagrados en roles de compromiso, como en el caso de la Lucia o la reciente Pamina, en el coliseo catalán de Les Rambles. Después de su estancia en la Opernstudio de la capital alemana, de brillar en importantes concursos como el Viñas, el de la Ópera de París o el Montserrat Caballé y de cosechar un gran éxito en el Cicle d’Òpera a Catalunya este invierno como Norina (rol con el que inaugurará el próximo setiembre la temporada liceísta), esta joven intérprete está llamada a ser una de las grandes voces del bel canto en los tiempos venideros. Por su parte, el barítono Carles Pachón se ha convertido en una de las voces masculinas más pujantes del panorama catalán, quien, después de acumular distinciones en importantes concursos como el Viñas de Barcelona o el Alfredo Kraus de Las Palmas, y de una amplio rodaje en la Opernstudio berlinesa, el Cicle d’Òpera a Catalunya o l’Accademia Rossiniana de Pesaro, se ha hecho este año con el primer premio del prestigioso concurso de canto «Neue Stimmen». Un galardón dotado de 15.000€, con solicitudes de 1.400 cantantes de un total 67 países, que ha sido una plataforma de grandes talentos internacionales como Christiane Karg, Nathalie Stutzmann, Marina Rebeka, Michael Volle, René Pape, Franco Fagioli o Nadine Sierra.

El pasado 28 julio en Sant Fruitós de Bages, ambos intérpretes nos deleitaron con un recital dedicado al repertorio belcantista mozartiano, rossiniano y donizettiano. Una velada de lujo musical mayúsculo en la que los dos cantantes, en radiante estado de gracia, se volcaron en hacer brillar unas partituras centenarias que parecían haber sido escritas ad hoc. Arrollador desde su cavatina de entrada “Largo al factotum”, el barítono catalán nos demostró su versatilidad tanto en el repertorio bufo (Figaro, Dulcamara, Papageno) como en el de mayor calado lírico (Almaviva, Guglielmo, Don Giovanni, Malatesta). A su vez, la soprano barcelonesa nos regaló momentos de auténtica levitación belcantista como su aria de Costanze de Die Entführung aus dem Serail o la cavatina de Norina del Don Pasquale donizettiano; su pureza en el timbre y en la emisión, aunada a una honda y natural habilidad expresiva, hizo vibrar los repliegues emotivos del numeroso público congregado en los jardines del histórico monasterio de Sant Benet de Bages. La plena compenetración entre ambos cantantes dio aliento a unos deliciosos duetos, coronados con el vals de La vídua alegre en el turno de propinas. El broche de oro lo puso la magistral interpretación al piano del maestro Angelov.

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