El pasado 15 de noviembre, la soprano Sonya Yoncheva debutó en la capital catalana para presentar su reciente trabajo discográfico, “Rebirth”, acompañada de la espléndida formación liderada por Leonardo García Alarcón, la Cappella Mediterranea. Este conjunto historicista, que cuenta con una amplia y reconocida trayectoria internacional, incomprensiblemente no se había prodigado aún en Barcelona, a pesar del aprecio manifiesto del público catalán por este repertorio, en auge creciente a escala mundial.
Ya venimos apuntando que la recuperación de la apreciación de lo barroco, de un tiempo a esta parte, ha ido ampliando sus horizontes más allá de su período culminante, representado, durante la primera mitad del siglo XVIII, por nombres tan mayúsculos y de sobras conocidos como Bach, Vivaldi o Haendel. Así pues, este impulso regresor ha llevado a los cada vez más reputados intérpretes historicistas a hondear en las creaciones del Seicento, en los albores de la Era Moderna y del nacimiento de la nueva poética musical que alumbró el denominado stile rappresentativo. Este nuevo proyecto discográfico de la soprano Yoncheva abunda en ello, recopilando un repertorio que hunde sus raíces en el barroco temprano italiano de Monteverdi, Cavalli y Stradella; la tradición inglesa de Dowland, Gibbons y Purcell; así como en el repertorio menos conocido del barroco hispánico de la época de Lope, Quevedo y Calderón. Todo ello complementado con algunas licencias de guiño más personal o contemporáneo, como alguna canción tradicional búlgara de resonancias medievales, la reconstrucción de una aria al estilo dieciochesco a cargo del mismo García Alarcón o la inclusión de un tema musical del popular grupo ABBA.
Un poco de todo esto pudo escucharse en la veterano auditorio catalán ante un público menos numeroso de lo que cabría esperar. La cantante búlgara desgranó el repertorio seiscentista con un instrumento pulcramente modulado, contenido y preciosista, apurando el profundo aliento lírico de sus melodías, no sin caer, puntualmente, en algún deje manierista. A pesar de poseer un instrumento caudaloso, la intérprete fue capaz de modularlo exquisitamente haciendo gala de unos consumados recursos retóricos y expresivos. Labor que fue acrecentada y sublimada por la extraordinaria concurrencia de los músicos de la Capella Mediterranea, todos ellos auténticos virtuosos, como demostraron a lo largo del concierto en los diferentes números para instrumento obligado, magistralmente concertados, equilibrados y conducidos por el maestro García Alarcón.
En la platea de la sala modernista pudieron verse programadores y directores artísticos de equipamientos y festivales catalanes, con lo cual confiamos que la experiencia pueda motivar un próximo reencuentro con este extraordinario equipo artístico. Hasta el momento, solo cabe agradecer a los responsables artísticos de la temporada Palau Grans Veus por su iniciativa.
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