En la primera parte oficiando de pianista virtuoso el ucranio Dmytro Choni, apenas 27 años y ya un genio del piano (Premio del Concurso de Piano de Santander Paloma O´Shea en 2018) que hace que la música del polaco romántico brille y atrape la atención de la audiencia, que pide bis accede, un vals, muy apropiado.
Chopin, en mi opinión (gran pianista) es el modelo de artista romántico de corte individualista, centrado en su expresión y poniendo el resto de recursos (en este caso la orquesta) para construir una base que sirva a sus propósitos, esa misma expresión aludida. Hay románticos “sociales”, claro, pero eso es otra historia.
La segunda parte, en la novena sinfonía del ruso, los músicos de la orquesta se emplean como “obreros de la revolución musical”. Qué exactitud, a veces qué rapidez y ya sabemos que un tempo alto aumenta la sensación de precisión y brillantez. Magnífica dirección e interpretación de la que a veces llamamos Sinfonía de la Victoria, escrita en 1945 y estrenada en Leningrado ese mismo año. Nunca sabremos si le gustó mucho a Stalin esta sinfonía de corte tan rápido (acaba con un Allegro Allegro) pero muy simbólico y abstracto.
Todo muy intencionado y significativo, no sé si la audiencia estaba muy al tanto de estos hechos, pero sonaron sostenidos aplausos. La dirección fue de Pablo González, magnífica.
Una de las características del FIS es atender a los dos lados de la moneda musical, el pasado, la tradición occidental y el presente, la creación actual, contemporánea. Es de agradecer.
Neopercusión
La segunda de mis actuaciones reseñadas correspondió a Neopercusión, ensemble español con treinta años de vida y que presenta la música que acaba de ser creada o se está creando. A veces presenta las creaciones de las “vanguardias” que ya están establecidas y aceptadas, tanto en Europa (Kagel) como en USA (Cage). Juanjo Guillém, Rafa Gálvez y Nerea Vera presentaron un programa “creado para los más jóvenes y pensado para atraer a un público menos habitual en los conciertos del género clásico. El grupo interpretó obras de Steve Reich, Wim Mertens, Jacob Tv, Astor Piazzolla y Frank Zappa.
“A lo largo de los años, Neopercusión ha creado diversos proyectos que abarcan géneros como el jazz, el hip hop y el rap; la música intuitiva, el freejazz, la improvisación libre, la música étnica y folklórica, la músic antigua, etc. “Estas y otras influencias como el rock, el heavy metal, el noise, el pop, R&B, funk, etc., es posible rastrearlas -señala la formación musical- en el programa que presentamos” dice la propia formación.
El concierto respondió a las mil maravillas a esas ideas de intencionalidad y eclecticismo. Comienzo a pie de escenario con las “cajas chinas” actuales interpretando una de las piezas (la A), de Drumming, de Steve Reich, siguiendo por Verano de Piazzolla (hubiera cumplido cien años ya). La tercera pieza fue de Jacob Tv, compositor holandés que reflexiona sobre la pena de muerte y sus condicionantes sociales (no hace una balada, claro) potente, rockera, visual y compleja. Un descubrimiento. Van cerrando el concierto con Wim Mertens, belga y minimalista (el más conocido por el gran público) con un más que interesante arreglo y cierre con Frank Zappa – Black Page, solo de batería y “G Spot Tornado” o “Tornado en el punto G” que ya dice todo lo que se puede decir…magistral interpretación. Con naturalidad Juanjo Guillén va presentando temas y autores, lo que contribuye a difundir ideas musicales de las que se carecen en auditorios y conservatorios en España, ignorando habitualmente la música del s XX, clásica contemporánea y popular…las “celdas” ya no nos sirven.
Seguramente uno de los “picos” del FIS 21, en parte también al magnífico auditorio diseñado por Renzo Piano para el Centro Botín de Santander.
Ballet Nacional
La programación de baile y danza se abre el sábado 7 de agosto con el Ballet Nacional de España que, bajo la dirección de Rubén Olmo, presentó Invocación: una brillante propuesta que ofrece una visión global de la danza española, incluyendo la mayor parte de sus estilos, desde la escuela bolera al flamenco, con coreografías de Olmo, Antonio Najarro y un homenaje a Mario Maya, uno de los pioneros del flamenco teatro en Andalucía. Mariemma, Ángel Pericet y Antonio el Bailarín son los renovadores del estilo denominado “bolera”. La música de esta pieza es una composición contemporánea original encargada por el BNE al joven compositor y director de orquesta sevillano Manuel Busto, que retoma ecos de Stravinsky y Leonard Bernstein para enfatizar unas coreografías y ambientaciones cercanas a la danza popular no solo española si no mexicana y neoyorquina en algunos de sus rápidos pasajes.
El flamenco tradicional toma el protagonismo con la inclusión por primera vez en el repertorio del Ballet Nacional de España de una coreografía de Mario Maya, fallecido en 2008, fue autor de montajes arriesgados e innovadores, y uno de los investigadores más incansables de su época. Rubén Olmo ha seleccionado ‘De lo flamenco’ porque, en su opinión, este montaje de Maya, estrenado por la Compañía Andaluza de Danza en 1994, según las notas del programa y es un compendio de las diversas modalidades del baile flamenco muy bien ensambladas y acompañadas por una más que interesante puesta en escena y música en directo a cargo de un grupo de dos cantaores, tres cantaoras, tres guitarras flamencas y percusión.
En el transcurso de la representación me preguntaba si una compañía así no debiera ya tener dos sedes: Madrid y Sevilla, con temporadas estables en ambas.
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