Doce Notas

El Teatro Real estrena una nueva producción de ‘Peter Grimes’, de Benjamin Britten

lirica  El Teatro Real estrena una nueva producción de Peter Grimes, de Benjamin Britten

Foto: Javier del Real

En esta ópera «magistral», los habitantes de un pequeño pueblo costero, cuya dura vida transcurre bajo el influjo implacable del mar, se enfrentan, sentencian, calumnian y humillan a un pescador hosco y violento que anhela torpemente integrarse en esa sociedad que lo desprecia. La pregunta que late a lo largo de todo el drama – ¿es Peter Grimes el asesino de un niño?- desencadena muchas otras, de gran hondura, a las que Britten no contesta, aunque su música trata siempre con una conmovedora compasión a los seres marginados y solitarios.

Cuando en 1941, durante la Segunda Guerra Mundial, Benjamin Britten (1913-1976) y su inseparable pareja, el tenor Peter Pears, se encontraban en California, descubren la obra del poeta inglés George Crabbe (1754-1832) que, como Britten, había nacido en un pueblo de la costa de Suffolk, escenario de todas sus historias. Fue tal la identificación y empatía de Britten con ese mundo tan cercano y añorado, que decide volver a Inglaterra impulsado por un revelador sentimiento de pertenencia y arraigo que lo llevan a fijar su residencia, para siempre, en esas tierras a orillas del mar del Norte. Allí mismo vive también el desdichado Peter Grimes, personaje del poema The Borough, de Crabbe, que Britten decide transformar en una ópera, esbozada, con la ayuda de Pears, durante la travesía en barco que los dos hicieron de vuelta a su patria.

En Inglaterra, donde la homosexualidad estaba penalizada, les esperaba una vida difícil en la que tendrían que esconder su amor de la sociedad bien pensante. Este hecho subyace en la ópera y en casi toda la producción operística de Britten, protagonizada por seres insondables, oscuros, a los que se contraponen generalmente víctimas inocentes.

Para mostrar en toda su crudeza el drama de Peter Grimes, estigmatizado en una sociedad que crea sus propios monstruos, Deborah Warner, con la complicidad del escenógrafo Michael Levine, ha situado el drama en una población muy pobre de la costa de Suffolk. Ahí permanecen la misma línea del horizonte, la furia del mar y la playa de guijarros que inspiraron la poesía de Crabbe y la ópera de Britten. Pero la miseria y el desamparo de sus gentes en la actualidad son fundamentales en la puesta en escena, en la que sobresale el meticuloso trabajo de Warner, que explora siempre la hondura psicológica de los personajes.

Tal como comentó Warner en la rueda de prensa de presentación «es importante presentar este tipo de obras por su contenido dramático. A pesar de que es una ópera que está en el repertorio de los grandes teatros, montarla sigue siendo una decisión muy valiente y un desafío por lo que plantea, que es el rechazo de la masa hacia el individuo y los problemas mentales derivados de ello». Sobre la puesta en escena, Deborah Warner la ha situado en el momento actual porque «en el poema original en el que se basa el libreto, la pobreza está muy presente y no queríamos dar una pátina de sentimentalismo con figurines de época, queríamos hacer ver por qué la pobreza lleva a actuar a los personajes de un modo concreto».

El Coro Titular del Teatro Real, preparado, como siempre, por su director Andrés Máspero, tiene en esta ópera un importante cometido tanto musical como dramatúrgico. Actuará junto a la Orquesta Titular del Teatro Real, bajo la dirección de su director musical Ivor Bolton.

Para Ivor Bolton esta ópera tiene un lugar muy importante en la historia «porque es la primera ópera compuesta por un inglés y en inglés después de la Segunda Guerra Mundial». «Tiene un papel protagonista que es referente para cualquier cantante, también una historia muy potente, unos papeles secundarios con muchos matices, un papel para soprano con mucha delicadeza. El coro también tiene un papel vital que requiere de un gran virtuosismo al igual que la orquesta. Cada ópera de Britten es diferente, tiene su propio aroma, su propio color, tiene un lenguaje armónico muy rico que refleja un gran dominio de la orquesta por parte el autor».

Peter Grimes cuenta con un reparto en el que destacan el debut, en sus respectivos papeles, del tenor Allan Clayton (Peter Grimes) y de la soprano Maria Bengtsson (Ellen Orford), y la vuelta al Teatro Real del barítono Christopher Purves (Capitán Balstrode), protagonista del estreno mundial de The Perfect American, de Philip Glass, en 2013 y de Written on Skin, George Benjamin, en 2016.

También vuelven al Real dos intérpretes que actuaron en Billy Budd en 2017: Jacques Imbrailo, protagonista de la ópera en 2017 y que ahora interpreta el papel de Ned Keene, y Clive Bayley como Swallow. Les acompañan Catherine Wyn-Rogers (Auntie), John Graham Hall (Bob Boles), Rosie Aldridge (Mrs. Sedley), James Gilchrist (Rev. Horace Adams), Barnaby Rea (Hobson), Rocío Pérez (sobrina primera) y Natalia Labourdette (sobrina segunda).

Benjamin Britten ha ocupado un lugar privilegiado en la programación del Teatro Real desde su reapertura. En 1997, dos meses después de la reinauguración, Peter Grimes obtuvo un gran éxito, en una producción con dirección escénica de Willy Decker procedente del Teatro de La Monnaie de Bruselas, con su coro y orquesta titulares dirigidos por Antonio Pappano. Le han seguido el Sueño de una noche de verano (2005/2006), La violación de Lucrecia (2007/2008), Otra vuelta de tuerca (2010/2011), Muerte en Venecia (2014/2015), Billy Budd (2016/2017), Gloriana (2017/2018) y las obras infantiles El pequeño deshollinador (2004/2005, 2005/2006 y 2007/2008) y El diluvio de Noé (2007/2008

Todas estas obras dan fe del inmenso talento musical y dramatúrgico de Benjamin Britten como compositor operístico, que ha expresado a través de sus personajes los dramas, sueños, traumas, pasiones e inquietudes más hondas e inconfesables del individuo, con una profunda compasión por las miserias de la condición humana.

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