Doce Notas

Un viaje a los orígenes del género bufo

opinion  Un viaje a los orígenes del género bufo

© A. Bofill

En la que ya es su séptima temporada, esta dinámica y tenaz compañía catalana, que cuenta con escasos recursos, pero mucha vocación, empeño y la fidelidad de un público entusiasta, ha logrado hacerse un hueco en la programación lírica de la capital catalana, apostando por la producción de títulos de pequeño y mediano formato, absolutamente olvidados, cuanto, no ignorados, por los programadores de los grandes escenarios nacionales.

A lo largo de estos últimos siete años, se han alternado en el pequeño escenario de Sarrià títulos de la historia del género lírico, como Il barbiere di Siviglia de Paisello o Il matrimonio segreto de Cimarosa, con absolutas rarezas como Le Cinesi o L’isola disabitata de Manuel García, Il conte di Marsico de de Giuseppe Balduci o Le cendrillon de Pauline Viardot. Aunque la palma se la lleva el repertorio de farsas bufas rossinianas (L’occasione fa il ladro, La cambiale di matrimonio, Il signor Bruschino, L’inganno felice, entre otras), todas ellas interpretadas por jóvenes y brillantes cantantes, ávidos de oportunidades para esgrimir su talento. Sin duda, el saber sacar partido de esta pletórica cantera de intérpretes catalanes, ha sido uno de los grandes aciertos de esta loable iniciativa.

La serva padrona fue el primer título que ofreció esta compañía (con nombres hoy tan consolidados como el de Sara Blanch) y el pasado 7 de febrero tuvimos ocasión de verlo nuevamente programado por el equipo artístico que dirige el veterano Raúl Giménez, alma mater de la compañía. Dos jóvenes cantantes se metieron en la piel de los simpáticos roles que tan célebre hicieron a Pergolesi en el siglo XVIII: el pujante barítono Carlos Pachón encarnó un Uberto de robusta entidad canora y la deliciosa soprano Serena Sáenz una pícara y chispeante Serpina. Ambos estuvieron muy bien arropados por la pequeña formación orquestal que dirige con prestancia y vitalidad el maestro Asunto Nesse. El actor Xevi Dorca, a su vez como criado mudo (Vespone) y director escénico del montaje, logró sacar el máximo partido a la acción cómica del libreto, puntualmente ambientada por una simpática y funcional escenografía.

A pesar de su brevedad, la obra sació con creces al público que siguió la representación en vivo y en streaming, apuntalando un nuevo éxito de esta vital y singular compañía musical.

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