Doce Notas

Laboratorio Klem: Transmutare-Quyllur : Del subsuelo a las estrellas, en el Festival Internacional de Santander

opinion  Laboratorio Klem: Transmutare Quyllur : Del subsuelo a las estrellas, en el Festival Internacional de Santander

Foto: Pedro Puente Hoyos. Cortesía FIS

La segunda fue imposible por compromisos teatrales, pero esta tercera no me la quería perder y allá vamos.

Cuenta Klem con un aparato “ideacional” y musical de mucho rigor y apuestan ahora por la dimensión visual al usar varios programas de generación de imágenes que siguen a la música en directo. Impresionantes conjunciones, la música inspirada por “la armonía de las esferas” pitagórica y kepleariana (como nos avanzó Marina Hervás) navega entre la armonía y el caos, el sonido musical del instrumento y la cacofonía sónica propia del espacio infinito tal como nos llega desde las estaciones espaciales y observatorios.

Todo un “tripi” tecnológico, no químico, que nos lleva de una estación espacial a otra con sonidos e imágenes.

El sonido es generado tanto electrónicamente (ordenadores, mezclas, generadores de sonido), como por medios analógicos: percusión, violín, saxofón… Cada uno cumple su rol a la perfección en este panel “coral” que nos propone Klem. Otra magnífica realización de este colectivo de pensadores, técnicos y músicos radicado en Bilbao pero con una proyección internacional muy interesante.

En esta ocasión les traiciona en parte el espacio elegido: la monumentalidad del Centro Botín exige dimensiones casi de Pop o rock en sus intervenciones exteriores y el entorno de ocio hace que se sucedan conversaciones y paseos que llegan al espectador. Una sala de cámara hubiera sido el lugar más adecuado, pero entiendo que lo más “seguro” en estos momentos es el aire libre. Habrá ocasión, mientras tanto celebremos esta magnífica tercera colaboración del FIS y Laboratorio Klem.

Como complemento a esta reseña (nunca las llamaré “críticas”) ahí va una conversación digital que pude mantener con ellos para desentrañar algunas de las ideas-fuerza de esta especial formación sonorovisual.

¿Sigue teniendo sentido que la sociedad distinga entre Arte y Ciencia? ¿No son dos formas de conocimiento que nos mejoran como seres humanos y sociedad?

Aunque existan aparentes distancias en cuanto al método y procesos, sin duda vivimos momentos de profundo encuentro y conexión entre ambas, del mismo modo que se ha producido en otras épocas de nuestra existencia. Es difícil pensar que pueda existir una sin la otra. Y, no se trata solamente de pensar en sus objetivos particulares, sino en metodologías creativas que pueden cruzarse en cada una de ellas. Muchos de los científicos actuales se emplean a fondo desde su propia creatividad y, al igual que los artistas, construyen metodologías deductivas y analíticas para la construcción de sus procesos.

La creatividad resuelve contradicciones parciales y finitas, no absolutas e infinitas. Lo infinito es la posibilidad teórica de crear, es decir, la capacidad de avanzar en nuevas áreas de investigación ya sea artística o científica, mediante el desarrollo de la imaginación.

No sé si me atrevería a afirmar que Arte y Ciencia “nos mejoran” como sociedad. Sin duda nos amplían y extienden nuestra capacidad de comprensión, pero no necesariamente nos mejoran.

El conocimiento, la información y el desarrollo no implica el cambio de conciencia hacia una sociedad más igualitaria. ¿Es por tanto una mejora? Para muchas personas sin duda lo es, no para otras.

¿Podemos entonces medir la mejora y el avance en nuestra sociedad a través del cambio de unos pocos?. Es una duda que sigue abierta, en mi opinión.

¿Por qué en España se sigue considerando «experimental» toda la música que sea improvisada o que use la generación electrónica de sonidos cuando en Europa está ya institucionalizada (en escuelas)?

Esta es una cuestión de etiquetado. Nos encanta etiquetar. Es una manera de poder tener las cosas bajo un cierto control. Eso nos lleva a territorios “más seguros”, aunque no creo que a la larga sea conveniente para la creación. Las músicas improvisadas existen desde antes incluso que la música escrita. De esa exploración nacen nuevas propuestas y eso siempre ha constituido un modo de funcionar que tiene similitudes con el método científico. Es un tipo de metodología inherente a todo proceso de creación. Pongo aquí como ejemplo a Jackson Pollock y su técnica del “dripping”. Nadie pone en duda hoy la belleza y profundidad de su obra que surgió de modo experimental. Como este hay infinitos ejemplos que pueden trasladarse al mundo de lo sonoro.

Es cierto que en otros países europeos la música generada por ordenador o la utilización de técnicas mixtas (instrumento & electrónica en vivo) constituyen un campo educativo por sí mismo. Aun así, sigue siendo un sistema de etiquetado absorbido por el academicismo.

Personalmente opino que es importante que exista. Sin embargo, la creatividad en nuestro momento actual se sirve de todo tipo de recursos y es importante que así sea. Hace décadas los artistas y científicos se mantenían acotados en sus propios campos de acción. Ya no es así, y se ha hecho extensivo a nosotros los músicos. Eso es magnífico.

¿La dimensión visual de «lo experimental» en música ayuda o simplemente hace que se llegue mejor a un público más amplio?

El uso de recursos visuales, en un elemento que ha ocupado un valor y ha tenido un peso específico en el desarrollo del arte experimental. Del mismo modo que el uso de técnicas extendidas en los instrumentos musicales tuvo un desarrollo importante ahora mismo no es un valor en alza. No estoy seguro si es un acto deliberado para alcanzar mayor audiencia. Cada nueva creación debe incluir las técnicas específicas necesarias para expresar lo que se quiere.

De otro modo se convierte en un catálogo de recursos. El antropólogo Gregory Bateson afirmaba lo siguiente: ¿Dónde termina un ciego: en la punta del bastón que golpea el suelo?, ¿en la mano que empuña ese bastón?, ¿en el eco del golpe del bastón sobre los muros?

Creo que es una estupenda afirmación de los diferentes procesos que se dan en la puesta en escena de una obra. Cada uno de nosotros podremos así concentrarnos en diferentes elementos que suceden en la presentación. Eso promueve la experiencia subjetiva. Al fin y al cabo, siempre es así. Cuando uno asiste al cine o a una obra de teatro el mismo diálogo en los actores puede tener significados diferentes en dos personas sentadas una junto a otra. Es realmente extraordinario que eso suceda y pueda seguir sucediendo.

¿Directo o grabación? ¿cómo elegir el medio adecuado para cada composición?

Cada una de ellas tiene variables que afectan a la percepción y así debemos aceptarlo. Desde ese enfoque podemos decidir qué estado de ánimo tenemos para abordar la escucha de una obra. La intimidad de la grabación, si la hacemos en nuestra casa, permite la reescucha de los materiales, de la misma manera que podemos regresar al mismo cuadro al visitar un museo. El directo tiene otros componentes que, en función de nuestro estado de ánimo, podemos extraer.

Sin duda, ambas experiencias son enriquecedoras y además recomendables. La cuestión que está tras ello es otra y genera una nueva pregunta: Escuchamos cada nueva composición con los esquemas de los disponemos. ¿Aplicamos lo conocido para comprender lo desconocido? Esta es la cuestión en mi opinión.

Los viejos esquemas para las nuevas escuchas. Quizá esta última parte se puede relacionar con tu pregunta acerca de la música experimental. Percibir las cosas como si se tratara de una primera vez. Es un difícil ejercicio que pone a nuestra mente en un aprieto.

En un país donde la inversión en I+D es la mitad que en Europa ¿Cómo se convence a las instituciones culturales de que se invierta en experimentación musical?

Las instituciones culturales, no todas pero sí muchas, se acercan cada vez más a conceptos como el que planteas. Primero desde el plano de la gestión económica y después queda el “salto al vacío” que soñaba Ives Klein de la creación. Es ahí donde tiene cabida el diálogo con las personas que tienen la responsabilidad de la gestión. Algunas de ellas se van a atrever antes que otras a entrar en ese cambio de paradigma. Nosotros lo hemos vivido muy de cerca con la dirección de FIS (Festival Internacional de Santander) y ha resultado una experiencia fuera de lo común. Poder involucrar en el proceso al propio festival no solamente haciéndole partícipe de la propia búsqueda sino también del proceso y de la investigación.

No hay otra vía más seductora. Todos somos buscadores: los artistas, los gestores, el público, y esa vía establece vínculos que permiten explorar otros territorios. Laboratorio Klem tiene su apuesta y esencia en ese modo de exploración. Creemos en ello y el resultado de esa experiencia es magnífico para nuestro desarrollo como artistas.

¿Cuál es el estado de la colaboración (redes) en las organizaciones de investigación sonora y musical? ¿Cuáles son los planes para Klem?.

Las redes son el caldo de cultivo de la creación actual. Esos modelos tienen un carácter rizomático y anulan las jerarquías. De esa manera siempre aparecen múltiples ramas que afectan a las otras. Ese modelo de comportamiento es fascinante y se traduce en una mayor transversalidad. Del mundo de lo sonoro podemos viajar a lo poético, a lo semiótico, a la danza, etc. Así las colaboraciones crecen a áreas que no estaban planteadas en un principio. Esa aparente dislocación termina siendo un factor de maleabilidad creativa. En cuanto a los planes de futuro ahora mismo estamos enfocados en dar continuidad a algunas de las líneas de trabajo abiertas. El próximo otoño hemos sido invitados por el observatorio de astrofísica de Sierra Nevada y continuaremos creando en asociación con la investigación del espacio. Pero no es la única vía abierta. Además, hemos definido algunos campos de acción para desarrollar nuevos proyectos que afianzan nuestra manera de trabajar muy vinculada a la manera “site specific” con los espacios y las instituciones que los gestionan. Realmente es el eje conductor del grupo, “trabajar con” y no “trabajar para”.

Transmutare-Quyllur : Del subsuelo a las estrellas.
Iñigo Ibaibarriaga, saxofones, performance
Víctor Parra, violín, performance
Luis Tabuenca, percusión, performance
Mikel Arce, artista sonoro, creación escénica
José López-Montes, compositor, procesamiento y difusión electrónica
Alba G. Corral, video y procesamiento visual
Marina Hervás, filósofa, textos, dirección artística

__________________________

Salir de la versión móvil