Doce Notas

(Re)setting the stage 2020. El futuro de la música sinfónica tras la pandemia

opinion  (Re)setting the stage 2020. El futuro de la música sinfónica tras la pandemia

Streaming, conciertos con aforo reducido o promoción de artistas nacionales. He aquí algunas de las recetas prescritas por auditorios y teatros de ópera para revertir los efectos secundarios de la pandemia. Estas y otras muchas iniciativas se han sometido a debate en el ciclo de conferencias ‘(Re)setting the stage’, que ha contado con la participación activa de la Asociación Española de Orquestas Sinfónicas, y que ha reunido a 24 expertos en gestión musical de todo el mundo, durante los cuatro coloquios online celebrados entre el 7 y el 28 de mayo.

Resetearse o morir. Esa parece ser la máxima que se han impuesto muchos teatros de ópera y salas de concierto de todo el mundo tras lo escuchado en las 24 intervenciones online de gestores, intendentes, agentes, escenógrafos, intérpretes, críticos y otros profesionales del sector, que entre el 7 de mayo y el 28 de mayo han tomado parte en los cuatro webinars bajo el común denominador de (Re)setting the stage. Unas jornadas promovidas por la plataforma The Global Leaders Program, la Asociación Española de Orquestas Sinfónicas y Classical: Next y con la colaboración de la fundación BBVA para analizar el futuro, a corto y medio plazo, de la música clásica en directo.

No parece que anden excesivamente alicaídos los nuevos impresarios. Haciendo de la necesidad virtud, músicos y programadores se han puesto a discurrir y el streaming ha hecho el resto. Por nuevas ideas y ganas de experimentación no será. Las palabras challenge y creativity han sido algunas de las más repetidas, juntamente con safety, en este mayo de reflexión. Los coloquios se han estructurado en cuatro ejes: Asessing the Global Situation: Orchestras & Concert Halls (7 de mayo), Protecting Audience & Artists: Public Heath (14), New Ways of Working: Artistry & Concert Productions (21 de mayo) y Engaging the Public to return: Communication (28 de mayo).* Profesionales del management cultural de distintos continentes parecen coincidir al menos en un punto esencial: la crisis del COVID 19 no ha hecho sino acelerar un proceso que se intuía desde tiempos pre pandémicos.

Más de seis horas de brainstorming planetario han venido a confirmar la respuesta más o menos unívoca del Primer Mundo respecto a los riesgos asociados a la Covid 19 (de Melbourne o Los Ángeles, pasando por todos los husos horarios intermedios). Precisamente es la Melbourne Symphony Orchestra, una de las que tiene su hoja de ruta más definida. De un modo muy decidido apostará por el producto local en la próxima temporada. El continente australiano (con una incidencia del virus real ciertamente baja, hasta la fecha), mantiene sus seis orquestas profesionales. Eso sí, lejos de jugársela programando solistas de talla y renombre internacional (susceptibles también de cancelaciones en cadena), han preferido curarse en salud y dedicar lo que resta de 2020 y la próxima temporada a los músicos australes. Su gerente, Sophie Galaise, prefiere ser cauta y bucear en los conservatorios, haciendo así un guiño y un alegato del producto propio: made in Australia, made at home.

Si ‘localidad’ es el nuevo grito de guerra de la era post Covid, en España estamos de enhorabuena. No nos engañemos, sin el menor ánimo de desdeñar el excelente trabajo y el prestigio al alza de algunas instituciones musicales nacionales, los millones de visitantes que anualmente nos visitan, no se decantan precisamente por el prestigio de nuestras orquestas ni nuestro patrimonio musical. Lo reconocía sin rubor, Cristina Salvador, fundadora de la agencia Both: “El público del Palau de la Música y de l’Auditori es principalmente local”. Una situación muy diferente a la que conocen las salas sinfónicas más aclamadas. Sin ir más lejos la Filarmónica de Nueva York, cuenta con un 50% de aforo flotante (no vinculado directamente a la ciudad), apuntó la crítica del Washington Post, Anette Midgette. “Y es que por mucho que suene a tópico, en Barcelona los turistas llenan las gradas del Camp Nou o la Sagrada Familia, pero no se prodigan en exceso por sus auditorios”.

CAPACIDAD DE REACCIÓN

Jessica Lustig y Lawrence Perelman, de las agencias 21C Media y Sematix Creative Group respectivamente, aportaban el pasado 28 de mayo algunos ejemplos de artistas que han sabido amoldarse a los nuevos tiempos y no han malgastado ni un segundo en lamentos. Entre ellos el violinista Daniel Hope, quien, apelando y aferrándose a su apellido más que nunca, ha organizado los encuentros hope@home (en colaboración con el canal Arte), a través de los cuales, diariamente se conectaba desde casa para compartir media hora de música de cámara. El pianista Igor Levit, los chelistas Yo Yo Ma y Jan Vogler, los hermanos Gautier y Renaud Capuçon son otros ejemplos, entre otros tantos, de exitosa resistencia doméstica. Todos ellos han sabido traducir sus semanas de reclusión en decenas de miles de visitas online. Como recordaba la propia Lustig, citando al legendario Jan Ignaz Paderewski (1860-1941), si la audiencia no puede acceder a ti, tienes que salirle a camino. 

SOLIDARIDAD

¿Qué ha pasado con las entradas y los abonos adquiridos? No han sido pocos los oyentes que de motu propio, o a sugerencia de los propios gestores, han optado por no reclamar el reembolso efectivo de sus entradas no consumidas cediendo su importe en concepto de donación. Así lo confirmaron los portavoces de la Melbourne Symphony Orchestra, la Hong Kong Filharmonic o la Asociación de Orquestas Británicas, durante el primero de los cuatro webinars. Cabe pensar que el comportamiento altruista de estas audiencias no es aislado y por ello digno de ser resaltado. Ya que, no solo ha permitido tapar una de las vías de agua que presentan en la actualidad muchas óperas y auditorios, sino que ha ayudado a minimizar el engorroso el proceso de devolución.

A LA REPESCA DE NUEVAS Y VIEJAS AUDIENCIAS

Con certera incorrección política el patio de butacas ha sido descrito en ocasiones como un bosque de calvas y canas. No hay que tener muy desarrollado el don de la observación para corroborar, concierto tras concierto, que en algunos recintos la metáfora es casi literal. Son muchos los ponentes que han incidido a lo largo de las cuatro sesiones en la edad de sus audiencias más fieles. Mientras la sombra del COVID 19 planee sobre el paraíso o el gallinero, el retorno del público más veterano será paulatina. Una circunstancia que obliga a intendentes a tomarse muy en serio la cuestión de la distancia social. La media de edad de algunas salas de concierto ronda los 65 años, o lo que es lo mismo, la población riesgo del virus es también el target de las salas de conciertos.

La alternativa en tiempos de confinamiento es de todos conocida, la sobadísima palabra del streaming. Al dichoso COVID 19 se le atribuyen demasiadas invenciones y colateralidades. Su protagonismo ha sido doblemente viral y hasta puede que sobrevalorado, pero es cierto que ha contribuido a acelerar procesos larvados, que se cocían desde años atrás tras las bambalinas. A nadie se le escapa que el Metropolitan de Nueva York lleva una década explotando el streaming de sus veladas operísticas con pericia y éxito en las taquillas cinematográficas de medio mundo. Ironía donde las haya, con el declinar de las salas de cines, llegó el resurgir de la ópera de la mano de la gran pantalla. Cuando la ópera parecía haber remontado el vuelo, ahora se le plantea un reto todavía más si cabe. Los expertos apuntan que la música vocal (al igual que los instrumentos de viento) plantean mayores reservas desde el punto de vista higiénico-sanitario. Huelga mencionar que respetar los dos metros de distancia social en el foso de una orquesta se antoja una voluntad quimérica, en el 90% de los teatros de ópera.

¿Y las salas de conciertos? Éstas puede que lo tengas más fácil. Desde el confinamiento global, que podemos fijar grosso modo en Europa a mediados del 15 de marzo, algunas instituciones musicales no han interrumpido del todo su programación presencial. Un caso paradigmático sería el de Suecia, donde prácticamente la actividad concertística no ha cesado, aunque, eso sí, limitando la afluencia de espectadores.

Los conciertos a puerta cerrada, vía streaming, se han sucedido con relativa normalidad. Jo Johnson recordaba días atrás cómo desde el último concierto con presencia de espectadores el pasado 16 de marzo, La London Symphony Orchestra y sus distintas formaciones filiales han protagonizado del orden de 25 conciertos, cuya audiencia online ha oscilado entre las 6.000 y 16.000 visualizaciones, dependiendo del concierto. En este lapso de tiempo el número de suscripciones de su canal de YouTube ha aumentado en 12.000 altas. Ahora se trata de intentar recuperar a la audiencia mayor de 65 años de cara a la larga desescalada, que vaticina la Temporada 2020-2021.

La Filarmónica de Berlín ha alternado la divulgación de su valioso archivo sonoro con algunos conciertos en streaming de miembros destacados de la orquesta desde la propia sede. Algunos han servido para descubrir curiosidades y arreglos casi inéditos, como la versión de Erwin Stein de la Cuarta Sinfonía, de Mahler para orquesta de cámara, que Kirill Petrenko dirigió en la Filharmonie el pasado 1 de mayo. Huelga decir que muchos de estos conciertos, a puerta cerrada o con una afluencia muy limitada de público, han sido debidamente reseñados en la principales cabeceras europeas y norteamericanas.

El subidón inicial, que hemos vivido durante la primera fase indoor, en torno al streaming es probable que con el tiempo vaya menguando. Una de las dudas existenciales que seguro se plantean muchos gestores, intendentes y directores artísticos es si el streaming es un remedio coyuntural o ha venido para quedarse como una forma más de diversificación del producto y tantear así al público más joven. Un tema controvertido, dado que apostar de forma decidida por la retransmisión online equivale, en parte, contravenir la razón de ser de miles de templos culturales, edificios, por lo demás, a menudo de costosa construcción y mantenimiento.

¿CAMBIO DE PARADIGMA?

Cómo tantos órdenes de la vida, el musical también encara un probable cambio de paradigma. Tras la primera reacción en caliente, el primer acto reflejo ante la hard lockdown, todo parecía abocado al cambio de era. Conforme pasan las semanas, y desescalamos, los cantos apocalípticos también se atenúan y se asemejan más a cantos de sirena en sordina. De todos modos, es harto improbable que la gestión de auditorios no introduzca cambios de relieve en la era post corona. Los gestores durante las sesiones se han mostrado muy severos al respecto. Habrá que ver si esa rectitud responde más a una contención inicial o tiene ciertamente efectos a medio largo plazo.

WEBINAR

Otro de los muchos neologismos que nos ha legado el pandemónium del Corona virus es el webinar. Un cruce resultante de seminario y el prefijo web. Los expertos, otro vocablo manido y un tanto desgastado en los últimos tiempos, se han citado de todas las partes del mundo para comprobar que las restricciones no eran antojos exclusivos de nuestro país y para, al mismo tiempo, evidenciar que también en el sector musical encontramos la misma polarización que en cualquier otro ámbito: desde aquellos que consideran que toda medida sanitaria es poca, hasta los que abogan por una batalla contra un miedo desproporcionado.

Ciertamente, a lo largo de seis horas han surgido aportaciones muy interesantes y quiero pensar que el webinar sí ha llegado para quedarse. Una herramienta muy útil tanto para los ponentes activos como para los asistentes en calidad de oyentes. Si me permiten un último y malicioso comentario, en el webinar impera la camaradería, pudiendo por momentos asomar la adulación recíproca. Uno puede escuchar giros clásicos del tipo “no podría estar más de acuerdo contigo”, para, tras una exposición de escasos seis o siete minutos, comprobar que si el ponente hubiera dicho “no podría estar más en desacuerdo contigo” también habría colado. A los humanos, de toda condición, buenas intenciones no nos faltan. Más nos cuesta guardar la congruencia.

*Los cuatro webinars pueden consultarse en la web de GLP: https://globalleadersprogram.com

Ampliado a dos seminarios durante el mes de junio. Más información

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