El movimiento, mejor compartido fue el tercer y último concierto de la trilogía Perpetuum Mobile. Un ciclo de música creado por la artista y compositora Sonia Megías, en el que a través de diferentes experiencias sonoras y sensoriales, pretende acercar al público a nuevos relatos y miradas sobre la colección del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza. Así, en El movimiento, mejor compartido, tradición y vanguardia se dieron de la mano en una reflexión sobre las realidades de la migración, las fronteras, el viaje y sobre cómo estos procesos deben ser vividos de manera colectiva e inclusiva con la música como compañía. Una invitación para celebrar la vida y las cosas que nos unen.
En esta actividad participaron Dúa de Pel: Sonía Megías y Eva Guillamón-, PlecTres: Marta Escudero, Rafael Tarjuelo y Rubén García – Casarrubios, Percusión: Juan Gabriel Amores y Juan Ernesto Santos-, Flauta: Ana Hormigos, Clarinete: Jesús Fernández, con Sonia Megías como compositora y coordinadora de la experiencia. A todos ellos se sumaron Natalia Martz como técnica de sonido y Beatriz Alcaine como diseñadora de vestuario.
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Nunca un título estuvo tan bien escogido: El movimiento mejor compartido. Tras la primera parada, no casual, ante la obra de Marc Chagall, La virgen de la Aldea, 1938-1942, emprendemos el camino detrás de los músicos, con ellos, alrededor de ellos y se tiene la sensación inequívoca de que se está haciendo algo con alguien, quizá algunos conocidos, otros perfectos desconocidos, algo diferente; sientes que estás en un espacio antes recorrido de una manera que establece el protocolo de cualquier museo, pero ahora haciendo algo que nunca antes habrías hecho. Mirar de manera diferente, a la vez que escuchar propuestas frescas y atrevidas.
Al inicio suena una campana, comenzamos la marcha y la música nos atrapa frente a un cuadro: La virgen de la Aldea. Esa primera parada frente a la obra de Chagall es a la vez necesaria. Escuchamos la obra La aldea. Durante toda la pieza puedes mirar el cuadro, mirar a los músicos, a las cantantes, sus expresiones, puedes escuchar atentamente, o no, saborear las disonancias, conectar de otra manera con el cuadro y con los allí presentes; no estamos en los cánones establecidos de un concierto al uso. Y dejas marchar, si quieres, esos prejuicios sobre lo que se puede hacer en un concierto o en un museo. Marchas en compañía, con cierto jolgorio y algarabía, cosa que no harías en el silencio sepulcral de las pinturas allí expuestas y alrededor de los muros de tan sagrado edificio. (léase en tono irónico, si es que aún no ha quedado claro). Paradas apacibles, otras irritantes, perspectivas nuevas, …en cualquier caso provocadoras. Sientes que de verdad has compartido, incluso con los músicos. Una experiencia completamente enriquecedora, sensible al acercamiento de las artes.
Este último recorrido fue más corto que los anteriores ya que las danzas suponían un mayor esfuerzo para los músicos, iban tocar más música después y Sonia Megías no quería cansarles demasiado. Te marchas con un buen sabor de boca, incluso habiendo bailado con la última pieza. Nada en este recorrido te hace indiferente.
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Perpetuum Mobile, trilogía de recorridos musicales en el Museo Thyssen
Como parte de las iniciativas desarrolladas dentro de la programación de ConectaThyssen, el público tiene la posibilidad de asistir a diferentes recorridos musicales concebidos como experiencias sonoras, sensoriales y reflexivas a partir del diálogo entre arte y música.
Este ciclo, que han denominado Perpetuum mobile, partía con el objetivo de vivenciar que el ser humano está en continuo movimiento, que ‘nada es para siempre’, mediante la dimensión integradora y transformadora de la música contemporánea.
Cada uno de los recorridos tuvo un formato distinto. Así, se combinó la actuación en vivo con espacios de reflexión y diálogo entre los asistentes.
Para desarrollar este ciclo, el Museo contó con la artista y compositora Sonia Megías, autora de las piezas y responsable de dirección de los conciertos. Desde la obra La asunción de la Virgen, con sus muchos encarnados, desencarnados y una lápida, dan pie a este viaje en que las voces del coro nos harán de guías en un trance de conexión con nuestra esencia.
El arriba y el abajo (21 de diciembre de 2019) fue el primero de los recorridos del ciclo. Fue una experiencia introspectiva que proponía un viaje desde una obra religiosa del siglo XV hasta una pintura abstracta de los años 1960, a través de conceptos como la encarnación, la luz, la oscuridad, el tránsito o el alma.
Contó con la participación del Coro de Jóvenes de Madrid, los textos de Ana Mirtha Gutiérrez, la artista sonora Natalia Martz y todo con puesta en escena de Eva Guillamón.
El tesoro de lo esencial (26 de enero de 2020) fue el segundo recorrido del ciclo Perpetuum mobile. En esta ocasión, fue un encuentro que pretendía abrir una reflexión sobre la identidad y los procesos de preservación de culturas originarias.
A través de un recorrido que se vertebra en torno a la palabra, la danza y la música, sus organizadores buscaron la reflexión sobre lo no representado, los saberes, las voces y las culturas omitidas en las grandes narrativas. Además, esta experiencia concluyó con la reunión de todas y todos los participantes en torno a un espacio de diálogo y pensamiento compartido donde recoger parte de la experiencia y reflexión conjunta.
Como intérpretes se contó con la voz de Estela Patriz, que cantó y recitó en náhuat, lengua originaria de El Salvador; los saberes ancestrales de Margarita Marroquí y Beatriz Alcaine y la bailarina costarricense Lucía Marote. A ellas se sumaron la percusión étnica de David Mayoral y el cuarteto de saxos dirigidos por Felipe Zaragozí. Eva Guillamón fue la encargada de la puesta en escena y Sonia Megías de la composición y coordinación de la experiencia.
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