Doce Notas

Contratenores ‘alla moda’

 

opinion  Contratenores alla moda

 

Con apenas 29 años, este cantante polaco se ha convertido ya en un auténtico fenómeno de masas gracias a una hábil conjunción de talento artístico y explotación mediática. Parece ser que, entre nuestra sociedad altamente mediatizada, el culto a jóvenes ídolos de carrera fulgurante es una realidad cada vez más extendida, especialmente si, como es el caso del intérprete que nos ocupa, a la pericia artística se le añaden otros talentos como una imagen atractiva, un radiante carisma escénico y la práctica de hobbys tan millennials como el breakdance, el skate o el pakour. Un producto tan cautivador para los melómanos como estimulante para los ávidos consumidores de las páginas de papel couché. Lástima que, en no pocas ocasiones, la misma velocidad de crucero que encumbra a tan tiernas estrellas, propiciadas por los mass media, las convierte en jóvenes estrellados.

Confiemos que no sea este último el caso del destellante Orlinski, quien aúna a la perfección dos valores en alza en el mundo de la lírica: la tesitura de contratenor y el auge del repertorio barroco. Con motivo de la presentación de su último trabajo discográfico, el joven cantante desgranó ante el auditorio catalán un escogido programa que recorría todo el período barroco, desde primerizas páginas operísticas como La Calisto de Francesco Cavalli hasta autores del barroco maduro y tardío, como Haendel o Johann Adolf Hasse, descubriéndonos también exquisitas joyas de la lírica barroca de compositores tan poco divulgados como Giovanni Antonio Boretti. Giovanni Bononcini, Luca Antonio Predieri o Francesco Bartolomeo Conti, entre otros. En todas ellas, Orlinski cantó con arrojo y dio muestras de poseer una sólida técnica vocal, resultando airoso tanto en las páginas de endiablada coloratura como en las de carácter más intimista y contemplativo. Su agilidad estuvo prodigiosa en las arias de bravura como “Odio, vendetta, amore” de Don Chisciotte de Conti o “Che m’ami ti prega” del Nerone de Orlandini – Matthenson, aunque en ocasiones no pudo disimular cierta pérdida de esmalte en el registro grave -especialmente evidente en la exigente aria “Finche salvo è l’amor suo” de Scipione il giovane de Predieri. Su pureza de línea y su dominio del canto legato se impusieron también en las páginas de Hasse y de Bononcini, no obstante, en reiteradas ocasiones, primó más el anhelo de exhibicionismo canoro que la profundidad dramática. Uno de los momentos más álgidos de la velada fue su intensa recreación del Orlando haendeliano, generosamente aplaudida.

Su actuación estuvo realzada en todo momento por el espléndido conjunto historicista Il Pomo d’Oro, cuyos jóvenes integrantes hicieron las delicias del auditorio, especialmente en páginas instrumentales como las del “Ballo dei bagatellieri” de Don Chisciotte in Sierra Morena de Nicola Matteis. Las ovaciones del público se vieron correspondidas al finalizar el concierto con cuatro propinas barrocas de alto voltaje.
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