Doce Notas

Tras los orígenes de Nabucco

opinion  Tras los orígenes de Nabucco

©Miguel Lorenzo y Mikel Ponce/Les Arts

Los teatros de ópera de Washington, Minnesota y Philadelphia apostaron por una producción basada en el ambiente original de Nabucco, estrenada 1842 en la Scala de Milán. El montaje del director de escena norteamericano Thadeuss Strassberger tuvo en cuenta las circunstancias político-sociales que rodearon al drama lírico en sus primeros días. El dominio austríaco durante el Reino lombardo-véneto y la amenaza del ejército invasor planearon sobre la escenografía de corte clásico. Para ello Strassberger hizo un amplio uso del cartón piedra, recreando fielmente aquellos días en que los cantantes de las primerísimas funciones de Nabucco rechazaron las flores de la nobleza austríaca sentada en los palcos mientras que la bandera italiana ondeaba orgullosa con la inscripción «Viva VERDI», las siglas para la consigna política de Vittorio Emmanuele Re d’Italia.

Para Verdi tampoco fue fácil reanudar las labores compositivas tras el fallecimiento de su esposa y dos hijos. Y aunque la temática de Nabucco se halle en las antípodas de las circunstancias vitales que rodeaban a Verdi, quizá precisamente por ello supuso el lugar idóneo para que un hombre abatido y arruinado resurgiera de las cenizas. El éxito apabullante de esta ópera inauguró una nueva etapa en su vida, al tiempo en que el pueblo italiano convirtió al coro de los esclavos Va pensiero en su himno y al compositor en el ídolo del Risorgimento. Todo esto estuvo muy presente en la puesta en escena de Strassberger y hasta en la musical, comandada por el alcoyano Jordi Bernàcer, director residente de la Ópera de San Francisco desde 2015. Bernàcer optó por una dirección tensa con gestos enérgicos, como si con ello se uniera a la causa de aquellos italianos que lucharon apasionadamente por recobrar la libertad.

En cuanto a las voces principales, Plácido Domingo no solo se mantuvo firme frente a sus colegas mucho más jóvenes que él, sino que dio muestras de una fortaleza vocal que en absoluto delata su edad, ya cercana a los ochenta años. Prodigiosa fue su interpretación del rey asirio, rica en matices expresivos y corporales. Anna Pirozzi dibujó una Abigaille rotunda con su portentoso chorro de voz, Riccardo Zanellato dio vida a un Zaccaria sereno pero escaso de autoridad, el Ismaele de Arturo Chacón Cruz se mantuvo en una línea correcta y prometedora fue la Fenena de la joven mezzo rusa Alisa Kolosova. Como siempre, el Coro de la Generalitat lo dio todo y sacó a relucir sus mejores virtudes.

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