De estas premisas parte Pauline Oliveros, y de una más: adquirir conciencia mental y física del hecho compositivo, ya sea por medio de la improvisación o del ensayo. Sus creencias orientales ayudan. Algunas se usan en otras disciplinas artísticas como la danza, teatro, performance art. ¿Cuáles? Todas las referidas a la respiración, ejercicios físicos, armonía grupal, sincronización, mejora de la atención, consciencia de lo escuchado, pensamiento y meditación, paseo lento y muchas otras.
Sin duda esto es posible si trabajas en San Francisco en el mítico SF Tape Center. Dudo que en Los Ángeles mantengan el mismo approach, allí son mas schoenbergrianos, su escuela, el cine, el epitome seria Zappa.
Pauline nos dejó en 2016 después de una gran carrera musical que tardará en llegar a los auditorios europeos, aun está en los laboratorios de sonido y centros de arte, escuelas de jazz más creativas y de composición contemporánea. Sin duda la obra de su colaborador Ramón Sender nunca se difundirá suficientemente en España, somos así, con nombre y apellido alemán ya estaba hecho. La obra de Oliveros pasa por la composición para Kronos Quartet por ejemplo y la improvisación con todo tipo de músicos – sus discos eran catalogados como jazz en los años sesenta- todo ello desde su práctica con el acordeón y aderezado con dosis de pensamiento oriental como muchos de sus coetáneos: John Cage, Lamonte Young, Terry Riley, Morton Subotnik, Lou Harrison entre otros.
Un gran estudio y un gran método, a la vez que breve, de perfeccionamiento musical que se traduce al castellano por primera vez con el esfuerzo de Josep Lluis Galiana, Asociación Intornarunori de Murcia y la traducción de Francisco Campillo García.
Yo ya lo estoy estudiando «para sacar un diez», tiene otras utilidades. Muy recomendable
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