Doce Notas

Simon Rattle y la London Symphony Orchestra, velada de alto nivel en el FIS

opinion  Simon Rattle y la London Symphony Orchestra, velada de alto nivel en el FIS

© Pedro Puente Hoyos/FIS

Ya intuyes algo cuando – también pasó el año anterior- entras a la sala y quizá veas en el escenario alguno de los músicos o regidores completando alguna de sus tareas, un aire de tranquilidad y relajo del que carece el muy protocolizado mundo clásico – también el Pop-. Protocolo al que otros estilos musicales – jazz, rock, blues- no prestan tanta atención ya que lo más importante vendrá en la interpretación posterior.

La LSO hace en Santander dos programas, el primero con obras de Haydn, Britten y Rachmaninov. Una gran velada musical, sin duda, desde el s XVIII al XX.

La primera de las piezas, Haydn, muy interpretada, lo es magistralmente en este caso, puliendo todas las aristas de una música a caballo entre el periodo barroco y el clásico, algo que se percibe en la cantidad de pasajes y paisajes que transita, la cantidad de tempos y formas que utiliza. Dirigida sin pódium, con una orquesta de algo más de cuarenta músicos, como eran antes del sinfonismo. Algo que acerca la figura del director a los músicos y acerca la música al público.

La pieza de Britten era el propósito de mi asistencia a este concierto. Muchas veces escuchada en grabación de sonido y alguna en vídeo en alguna retransmisión de televisión. Guía de Orquesta para Jóvenes, pieza de 1947, no es una pieza “didáctica” a pesar de la sugerencia del título. Es una pieza que describe todas las herramientas de las que dispone en sinfonismo para llegar a los públicos tradicionales – que rechazaban a Britten por motivos musicales pero también personales- y a los nuevos públicos a los que quería llegar la política de democratización cultural iniciada en Gran Bretaña después de la II Guerra Mundial, guerra a la que se opuso como objetor el propio Britten.

Una pieza que repasa las posibilidades de formas, estilos y ritmos pero también las posibilidades de las diferentes secciones de la orquesta y nos las muestra e toda su potencia y esplendor la LSO dirigida por Britten. Saca todo el brillo que puede a la plata con la que se encuentra. Britten, admirado ahora no solo por la afición musical clásica, también por la escena a partir de sus óperas y por la música popular – rock- por su inspiración y popularidad.

La segunda parte se dedicó a Rachmaninov, músico que sufrió en su día cierto ostracismo, romántico tardío casi en tiempos de nacionalismo ruso y comienzos del impresionismo en el resto de Europa. Se le consideraba como alguien que hacía retroceder la flecha del tiempo musical. No parece cierto a partir de la interpretación escuchada en Santander. Rattle vuelve a definir unas formas oscuras e introspectivas y las yuxtapone con formas y paisajes más luminosos, el día y la noche, verano e invierno, para llevarnos a algunas rememoraciones ciertamente rusas, pero muy conocidas ya por el resto de los europeos aficionados. Contrastes, potencia, poder y susurros para volver a empezar el ciclo del sonido.

De la maestría de Rattle habla el hacer todas las piezas, complejas y algunas muy extensas, sin partitura a la vista. Su técnica es depurada y visible: confía en tener los mejores músicos del mundo y simplemente anticipa un segundo el tono, brío e intensidad de las notas que vienen a continuación…no dirige como Zappa guitarra en ristre y cigarro pero todo se andará. Enorme personalidad.

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