Doce Notas

En verdad es justo y necesario

opinion  En verdad es justo y necesario
El conjunto escultórico del retablo mayor cobra más vida aún si cabe, mientras la calidez estival poco a poco se deja notar en los huesos del oyente dispuesto.

Pero no es la talla lo único que cobra vida en esta última ocasión, sino las dos protagonistas de tan singular encuentro musical. Gobernando el crucero de este irrepetible convento barroco, dos asombrosos artilugios bajo la denominación de “arpa de dos órdenes” arrancan la curiosidad y admiración de los fieles no litúrgicos, que son conscientes del espectáculo que les aguarda. Ambos instrumentos son preciosos, excelentes copias del antológico artefacto de Pere Elías que hoy descansa merecidamente en el Museu de la Música de Barcelona, y en las que reluce sin ninguna duda para el ojo experto, la mano maestra de Pedro Llopis y su heredero merecido heredero Javier Reyes.

No son menos maestras las manos de los valientes intermediarios que se echan el arpa sobre el pecho. Manuel Vilas y Laura Puerto, ambos viejos conocidos del ciclo de Paco Quirce, hacen un trabajo asombroso a dúo. Han aceptado el tremendo reto que supone dar vida a un instrumento resucitado de entre los muertos (gracias a la labor indiscutible de Nuria Llopis y Cristina Bordas), y lo hacen con un arte tan primoroso como arrebatador. No solo consolidan un programa redondo, pensado y repensado a través de muchas horas de concatenación de textos, historias, fuentes e imaginación, sino que cada pieza que abordan la rebasan con la dedicación del que trata con un ente con vida propia.

Es fabuloso encontrar que no falta ni un solo comensal en su festín programático. Josquin, que ya ni necesita sus apellidos, viene desde Flandes; Cabezón acude por expreso deseo de Felipe II; Guerrero, en amable representación y con el permiso de Morales y Victoria; Palestrina por orden canónica del Papa, Carreira, ese simpático personaje portugués que no para de aparecer en el manuscrito 242 de Coimbra, desde territorio luso; Hernando Franco ha cogido la primera carabela desde México sólo para estar a tiempo; Heliodoro de Paiva, que no quiere que lo vean por tímido, se ha resignado a aparecer; y hasta han invitado a la buena de Gracia Baptista, que estaba deseando salir de Libro de Cifra Nueva, rodeada de tanto hombre. Como siempre, Juan Vásquez ha llegado el último, tras volver de los álamos.

No se nos ocurren mejores artistas para servir a estas gratas compañías. La alternancia de textos con las músicas, el diálogo insuperable entre un instrumento y otro, la vibración de todo un universo contenido dentro de cada cuerda, el paseo desde el tiento al motete sin dejarse el villancico, el madrigal y el cantus firmus, todo ello glosado con los mejores caldos, y servido con una exquisita elegancia.

Una velada tan deliciosa como justa y necesaria. Deliciosa porque es terriblemente difícil encontrar semejante encanto en una interpretación a dos. Justa, porque los autores lo merecen, en un reconocimiento que nunca será lo suficientemente proporcionado. Y necesaria, porque estas músicas y los medios con los que se hacen, forman parte de nosotros, de nuestro patrimonio y de nuestro ser.

Madrid. Iglesia de las Mercedarias Góngoras. 27 de abril de 2019. Las Arpas Sonorosas: Laura Puerto y Manuel Vilas, arpas de dos órdenes. Tañendo con voz sonora: dos arpas para una velada musical en el Renacimiento.

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