Doce Notas

Xavier Sabata seduce el auditorio conquense

opinion  Xavier Sabata seduce el auditorio conquense

©Santiago Torralba/SMR

El pasado 18 de abril, el cantante catalán se presentó con un programa centrado en el barroco italiano tardío, específicamente con piezas de célebres compositores como Antonio Caldara, Alessandro Scarlatti y Antonio Vivaldi (magistralmente contextualizadas, en el programa del festival, por la Profesora Olga Fernández de la Escuela Superior de Canto de Madrid), acompañándose de la Cappella Cracoviensis, un reputado conjunto historicista con el que colabora habitualmente. Bajo la dirección desde el violín de Jorge Jiménez, la formación polaca demostró poseer un refinado sentido de las dinámicas y un discurso fluido y de profundo calado dramático, en íntima compenetración con la expresiva línea canora de Sabata.

Durante la primera parte, pudimos degustar un aperitivo de tan feliz matrimonio artístico, con un pulcra audición de algunas partituras sacras poco divulgadas de Scarlatti y Caldara y las deliciosas páginas del Concierto para violín en Re Mayor, RV 208 de Vivaldi. Fue, pero, en la segunda parte cuando el extraordinario talento del contratenor español nos brindó una inolvidable recreación de los intensos pentagramas de la Introduzione al Miserere Filiae Maestae Jerusalem RV 638 y, sobretodo, del Stabat Mater de Il prete rosso. El depurado sentido estilístico y la palpitante expresividad dramática, unidos a un exquisito sentido de la musicalidad, hicieron de esta interpretación de Sabata uno de los momentos más álgidos de la presente edición de la SMR de Cuenca.

El mismo Jueves Santo por la mañana, en la catedral conquense, se ofreció un espléndido recital de trompeta y órgano barroco. Con el título de evocaciones haendelianas “The Trumpet Shall Sound”, los jóvenes intérpretes Manuel Blanco (trompeta) y Pablo Márquez Caraballo (órgano) nos deleitaron con un rico surtido de piezas del siglo XVIII para dos de los instrumentos más cultivados en el seno de la música litúrgica dieciochesca. A las solemnes y virtuosas páginas de Haendel, Bach, Bohm, Reinken, Leopold Mozart y Buxtehude, se les sumaron, al finalizar, las evocadoras y meditativas armonías ( “Hunc praeclarum calicem”) compuestas por el propio Márquez Caraballo expresamente para la ocasión.

El público, que llenó la Capilla catedralicia del Espíritu Santo, aplaudió de forma entusiasta a ambos intérpretes, a menudo interrumpiendo la ejecución de algunos movimientos.

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