Doce Notas

Musivisual, música de cine

música de cine

 

¿Quién no ha sucumbido ante la melodía de una banda sonora? ¿Quién no se ha preguntado cómo se elabora la música de las películas? ¿Qué tiene esa sucesión de sonidos que nos pone la piel de gallina? La respuesta a estas preguntas es demasiado extensa como para sintetizarla en unas pocas líneas, pero Alejandro Román tiene el conocimiento y las herramientas necesarias. Compositor y pianista es académico de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, ha sido galardonado con el premio a la mejor banda sonora del Festival de Cine de Zaragoza con “Niño Vudú” (2004). Como creador de música para películas, destaca por la BSO de “El perfecto desconocido” (2013) y “El cruce” (2004). Su último tratado teórico, “Análisis Musivisual. Guía de Audición y Estudio de la Música Cinematográfica”, da respuesta a estas y otras preguntas desde una perspectiva técnica y analítica.

“Análisis Musivisual” está dedicado a los alumnos de composición del autor. Dividido en agradecimientos, prólogo y cuatro partes, recorre un hilo argumental lógico que inicia su viaje en los antecedentes teóricos de la música cinematográfica, esto es, en las teorías preexistentes a la concepción del manual. Posteriormente, repasa las relaciones e interacciones entre la imagen y la música para continuar con la explicación del procedimiento a seguir en el análisis. El último bloque ejemplifica la parte práctica a través de pormenorizadas introspecciones en clásicos como “Psicosis”, “Los otros”, “Muerte en Venecia”, “Antes que anochezca”, “El contrato del dibujante” y “Vértigo”.

El manual es apto para críticos, compositores y lectores interesados, a pesar de que cierta aproximación al contenido no está concebida para el público no familiarizado con la teoría y práctica musical. Román parte de un nivel de lenguaje musical elemental; si bien, en su mayoría, el desarrollo teórico es extenso, se echa de menos la explicación más detallada de algunos apartados, como la relación de la armonía con la percepción emotiva de las melodías. Salvando las excepciones, las cosas quedan claras, incluso demasiado, con la exacerbada repetición de su propuesta teórica.

Este es un libro que inicia al lector en el análisis de la música cinematográfica, pero que no tiene tanto trasfondo como para comprenderla en su integridad. El tratado se queda a medio camino entre la definición y un estudio específico y profundo, para el que se necesitarían unas cuantas páginas más. No obstante, las virtudes de este volumen son la novedad temática y la calidad de los ejemplos propuestos con partituras y fotogramas, cuyos análisis ejemplificativos están desarrollados con tal precisión, que solo podrían ser concebidos por una persona que vive el mundillo desde dentro, un compositor de bandas sonoras.

La presentación del manual es sobresaliente, donde cabe destacar el completo índice, la notable calidad del papel, la impresión a todo color, las tablas resumen de contenido y los interesantísimos pies de página. Con prólogo de Roberto Cueto, “Análisis Musivisual”, plantea un nuevo concepto ante la ausencia de teorías que expliquen conjuntamente la imagen y el sonido. ¿Es realmente necesaria la creación de un nuevo término, “musivisual”, para la elaboración de dicho planteamiento teórico? ¿Por qué no, “Músico-visual”, y así evitamos acortar el primer término de la palabra compuesta? Son estas las obligadas reflexiones que sugiere el neologismo.

La primera parte, introductoria, ya deja ver los escasos defectos del manual: la repetición sucesiva de palabras en el mismo párrafo, propia de los libros muy teóricos, la ausencia de traducción de alguna que otra cita anglosajona y las referencias bibliográficas a wordreference.com. Como consejo, sugeriría al autor que buscara los términos en enciclopedias y diccionarios de reconocido prestigio como “Larousse”, en caso de que por el motivo que fuera decidiera no recurrir a la RAE.

El concepto “musivisual” parte del vocablo “audiovisión”, ideado por Michel Chion, y no es este un juego de palabras fortuito: “el sonido aporta un valor añadido de significación, que generalmente es adjudicado a la imagen”. Con este preludio comienzan las reflexiones del autor sobre su planteamiento, que defiende un análisis estructural, contextual y expresivo de la música cinematográfica.

Ante la permanente dualidad música e imagen, caben destacar los espacios dedicados por Román a la relación entre la música y los colores, su asociación a significados, así como su correspondencia con los diferentes timbres instrumentales; las divergencias entre música diegética y extradiegética, el silencio musical y su empleo expresivo, la influencia conjunta del ritmo musical, la textura y la imagen, las formas en que la música interacciona con el drama y la estructuración de una banda sonora.

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