Doce Notas

Excelso debut de Arcangelo y Emöke Baráth en Barcelona

Arcangelo

opinion  Excelso debut de Arcangelo y Emöke Baráth en Barcelona

Emöke Baráth

Con un programa centrado en tres grandes nombres del barroco maduro, Haendel, Vivaldi y Pergolesi, el conjunto anglosajón debutó en la ciudad condal acompañado de dos solistas, la extraordinaria soprano hungaresa Emöke Baráth y el contratenor holandés Maarten Endeltjes. Antes del plato fuerte de la velada – el Stabat Mater de Pergolesi-, ambos abordaron una cantata de Haendel y Vivaldi, respectivamente, durante la primera parte del concierto. Baráth fue la encargada de iniciar el concierto con la deliciosa cantata haendeliana de temática religiosa Silete venti, en la cual dio muestras ante el público catalán de su firme y ascendente carrera en el ámbito de la música antigua.

Galardonada en certámenes internacionales de referencia como Innsbruck, el Verbier Festival o el Junio Prima Primissima de Hungría, se ha distinguido en grandes escenarios operísticos como el Festival Aix-en-Provence, el Theater an der Wien o en las Óperas de Budapest, Montpellier y Versalles, junto a formaciones historicistas de referencia como Il Complesso Barocco, Les Musiciens du Louvre, Les Talens Lyriques o Accademia Bizantina. Poseedora de un timbre nítido y cálido, modulado con gran pulcritud estilística e intencionalidad expresiva, nos brindó una refinada interpretación de las páginas haendelianas, luciendo una envidiable línea y una emoción contenida. Por su parte, Maarten Engeltjes nos sorprendió con su caudalosa voz de contratenor, de color no siempre homogéneo en toda su tesitura, pero de envidiable dicción y carácter expresivo. Colaborador habitual del maestro Ton Koopman, abordó las trepidantes páginas vivaldianas de Cessate omai, cessate con gran arrollo y gallardía, magistralmente arropado por la formación de Cohen, quien supo poner en relieve los intensos recursos armónicos y expresivos de esta tardana cantata del compositor veneciano.

El joven conjunto Arcangelo dio muestras de la mejor tradición anglosajona: impolutos ataques, nitidez de texturas y fluidez discursiva; aunando a todo ello una incisiva expresividad. Más allá de las piezas vocales, pudimos disfrutarlo en la espléndida interpretación que nos ofrecieron del Concerto Grosso en Fa mayor, op. 3 núm. 4 de Haendel y el Concierto para dos violines en La menor de Vivaldi. Cohen condujo des del órgano con gran precisión y maestría la obra culminante de Pergolesi. Sin perder un ápice de tensión dinámica, los números se fueron sucediendo con ritmos palpitantes y mordiente dramático. Baráth nos deleitó tanto en sus pasajes virtuosos como en los más contemplativos con una expresión de profundo calado y unción canora. Por su parte, Engeltjes exprimió el texto musical con un canto de gran efecto y modulada entonación. El suyo fue un dramatismo más efusivo, volcado hacia afuera, mientras que el de la soprano húngara fue mucho más intimista e incisivo, vertido hacia adentro. A pesar de este contraste de carácter, que se puso de manifiesto especialmente en los números conjuntos, ambos intérpretes lograron emocionar al público que llenaba la sala grande del auditorio barcelonés, quien les dedicó una sonora ovación al finalizar el concierto.

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