Doce Notas

El Teatro Real abre temporada con Faust, de Gounod

lirica  El Teatro Real abre temporada con Faust, de Gounod

Estrenada en el Theatre Lyrique de París, en 1859, con una gélida respuesta del público francés, Faust, se ha impuesto poco a poco en el repertorio operístico, pese a las reticencias de los críticos que han caído en la trampa de evaluar la partitura partiendo de la grandeza de la obra de Goethe. Tal como explicó Joan Matabosch en la presentación, Faust «se estrenó en medio de una gran indiferencia pero fue en Alemania, donde Faust empezó a crecer. Es una ópera francesa pero con carácter alemán; reivindica la fuente de Goethe»

Los libretistas Jules Barbier y Michel Carré redujeron la trama de la ópera al pacto diabólico y al enredo amoroso entre Fausto y Margarita, alejándose de la complejidad filosófica del texto de Goethe pero quizás sean precisamente la simplicidad y espontaneidad de la partitura el secreto de su éxito.

La obra, que se aleja de la grandilocuencia de la gran opéra francesa, ha seducido al público por la belleza de las melodías, la orquestación, las partes corales, el contraste entre los números, el sarcasmo de algunos diálogos y la delicadeza de las escenas más intimistas.

Para el director musical, Dan Ettinger, quien se pondrá al frente de la Orquesta Titular del Teatro Real,»el tema fundamental es el tema de Faust, de Goethe, de quien toma su parte mítica y lo que la hace atractiva, pero Gounod toma algunos de los personajes de obra y cambia su grado de importancia, los reorganiza. Sí, es una ópera bastante alemana porque tiene coro, ballet y una épica de los personajes, eso es lo que me atrajo de la obra».

Àlex Ollé, que aborda por cuarta vez el mito de Fausto a lo largo de su carrera en La Fura dels Baus -F@ust 3.0 (1997), La damnation de Faust, de Hector Berlioz (1999) y la película Fausto 5.0 (2001)- se aleja de la lectura más superficial de la partitura, ahondando en la cuestión que atraviesa toda la obra de Goethe: la búsqueda de la vida no vivida. Méphistophélès instiga a Fausto a satisfacer los deseos que ha ocultado, las pulsiones que lo han sublimado y las perversiones que ha camuflado. Méphistophélès como alter ego de Fausto: el diablo que lleva escondido.

Para Ollé, «Fausto somos todos, el público se siente identificado con este personaje, mientras que Méphistophélès, es el alter ego y el motor de los deseos ocultos. Es el que nos da el coraje para no tener miedo».

Alex Ollé y el escenógrafo Alfons Flores recurren a artificios dramatúrgicos de gran eficacia teatral, colocando a Fausto en un laboratorio donde trabaja en un inmenso ordenador que simula el cerebro humano con sus trampas y fantasías, del que van surgiendo arquetipos de la sociedad actual, muy reconocibles para el público.

Junto a Valentina Carrasco (colaboradora en la dirección de escena), Lluc Castells (figurinista) y Urs Shönebaum (iluminador), han creado una producción inventiva, sarcástica y espectacular, que cuenta con la complicidad de un doble reparto encabezado por los tenores Piotr Beczala e Ismael Jordi, en el rol titular; las sopranos Marina Rebeka y Irina Lungu en el papel de Marguerite; los barítonos Luca Pisaroni, Erwin Schrott y Adam Palca como Méphistophélès, Stéphane Degout y John Chest, como Valentin; y las sopranos Serena Malfi y Annalisa Stroppa en el papel travestido de Siébel.

Estrenada en el Teatro Real en 1865, Faust sedujo desde entonces al público de Madrid, siendo una de las óperas más representadas hasta el cierre del teatro en 1925. Desde su reapertura se han ofrecido 10 funciones, en febrero de 2003 con una producción de homenaje a Gotz Friedich. Faust vuelve al Teatro Real 15 años después con una dramaturgia que aportará una nueva lectura de la inagotable riqueza de este mito universal.

Más información y actividades paralelas en www.teatro-real.com

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