Gracias al empeño quijotesco del equipo que lidera Josep M. Dutrén, por octavo año consecutivo, el sofisticado repertorio musical que floreció alrededor de los grandes centros urbanos y cortesanos durante la época moderna (siglos XV – XVIII) ha logrado prodigarse por el territorio pirenaico en lo que representa una auténtica apuesta de descentralización territorial y divulgación cultural sin equivalentes europeos. Poder escuchar refinadas interpretaciones historicistas de Bach, Vivaldi, Corelli o Marais en municipios de alta montaña de apenas medio centenar de habitantes es una proeza mayúscula en pro de la difusión de la música culta. Un esfuerzo de expansión geográfica al que cabe sumar una política de taquillaje al abasto de todos los bolsillos (el promedio de localidades se mueve entre los 12 y 15€), además de actividades complementarias como visitas guiadas, proyecciones, degustaciones gastronómicas de productos locales y audiciones para colectivos con riesgo de exclusión social. De aquí que, sin reserva alguna, podamos saludar esta propuesta festivalera como uno de los proyectos más encomiables del estío peninsular por su repercusión tanto artística como social y geográfica.
Corellis y vivaldis en una Abadía del Ripollés
En el Palacio de la Abadía de Sant Joan de les Abadesses, el pasado 11 de agosto, tuvo lugar un interesante recital a cargo de Santi Mirón (viola de gamba) y Bruno Forst (clavicémbalo), quienes nos presentaron un interesante programa centrado en el repertorio instrumental de los grandes maestros del barroco italiano transcrito para viola de gamba.
Antonio Vivaldi y Arcangelo Corelli fueron dos compositores que gozaron de una extraordinaria fama en su tiempo, prueba de ello es que su música circuló por toda Europa influyendo a los principales compositores del momento (Teleman y el mismo Bach, entre otros muchos), quienes adaptaron y versionaron muchas de sus obras y conciertos. El dúo que en esta ocasión daba cuerpo a la formación que lleva por nombre Lux Fundació nos presentó un escogido programa de sonatas vivaldianas y corellianas versionadas para viola de gamba y continuo, concretamente las sonatas núm. 7 en La menor (RV 44) y núm. 9 en Sol menor (RV 42) del maestro veneciano y las sonatas núm. 6 en Sol mayor (de chiesa), número 11 en Re mayor (da camera) y núm. 12 en Re menor (original para violín y conocida como “La Follia”) de Corelli. Entremedio, pudimos escuchar también la transcripción bachiana para clave del concierto para violín y orquesta en Sol mayor de il prete rosso (RV 310).
A pesar de que el atractivo de un programa no basta para colmar las expectativas de un concierto, la entregada y voluntariosa ejecución de ambos intérpretes logró saldarse con una amena velada musical. Santi Mirón es un violagambista que destaca sobretodo por su capacidad de impulsar interesantes proyectos y rodearse de talentosos intérpretes. Su discreta ejecución de estas sonatas corellianas y vivaldianas sonó, sobretodo en los tiempos lentos, un tanto carente de ambición expresiva, si bien, a pesar de leves pasajes desafinados, en lo movimientos rápidos fue ganando fluidez discursiva a medida que avanzó la velada. Digna de mención fue su versión de la Gigue conclusiva (allegro) de la Sonata núm. 9 de Vivaldi. El clave de Bruno Forst acompañó puntualmente sin fisuras la viola, ofreciéndonos una pulcra interpretación del concierto bachiano en la parte central del concierto.
Al finalizar, el público recompensó el esfuerzo de los intérpretes con cálidos y generosos aplausos.
Un Bach danzado de ensueño
La suite fue una de las formas musicales más importantes del período Barroco y una de las primeras manifestaciones orquestales modernas, compuesta por varios movimientos sucesivos de carácter breve y de origen dancístico. Dentro de este repertorio, la colección de suites para violoncelo de Johann Sebastián Bach constituye un hito histórico de este género musical, así como una auténtica piedra de toque para cualquier violoncelista que se precie.
El pasado 12 de agosto, en la iglesia del remoto pueblecito de Vilanova de Banat, la brillante violonchelista Amparo Lacruz nos ofreció una deliciosa interpretación de las suites núm. 1 (BWV 1007), núm. 12 ( BWV 1008) y núm. 3 (BWV 1009) del compositor germano, dinamizadas por las coreografías de la compañía Mal Pelo, integrada por María Muñoz y Pep Ramis. La inquieta música barcelonesa, quien a pesar de su juventud acumula una extraordinaria carrera como intérprete y como docente en el Conservatorio Superior del Liceu, nos deleitó con una exquisita recreación de las exigentes partituras bachianas, abordadas desde una profunda sensibilidad y con un refinado sentido estilístico. El intenso color de sus cuerdas, fraguado con digitación impoluta, expresivo fraseo y una gran riqueza de matices, estableció un fluido diálogo con los movimientos escénicos bosquejados por la pareja de bailarines, tejiendo conjuntamente una estimulante correspondencia entre sonidos y gestualidades.
El público que llenó el templo de este recóndito municipio del Alt Urgell aplaudió efusivamente la reveladora experiencia musical que nos brindaron este excepcional trío de artistas, incluso aquellos que, bajo el influjo hipnótico de la música bachiana, se acabaron entregando plácidamente a los brazos de Morfeo.
Una experiencia angelical
La iglesia románica de Santa Maria de Bernui – localidad de Pallars Sobirà, en cuyo último censo constan 15 habitantes (2011)– acogió una de las revelaciones artísticas de la presente edición del festival pirenaico. La joven violagambista Johanna Rose y el tiorbista catalán Josep M. Martí Duran nos regalaron una inolvidable velada de exquisita e intensa volada musical.
La creciente revalorización del repertorio barroco y su recreación a partir de criterios historicistas han contribuido a la recuperación de instrumentos antiguos y a la proliferación de jóvenes intérpretes atraídos por este legado musical. La viola de gamba, un instrumento según parece surgido en la Corona de Aragón en los albores de la época moderna y periclitado con la desaparición del Antiguo Régimen, ha sido reivindicado recientemente por un gran nombre de talentosos intérpretes que le han devuelto parte del protagonismo que le robó en la posteridad su pariente de la familia de los violines, el violoncelo. El pasado 13 de agosto, Rose y Martí nos demostraron el irresistible poder seductor de este repertorio con la interpretación de algunas de las piezas de los cinco libros que el excelso violagambista francés Marin Marais (1656-1728) dedicó a este instrumento.
La intérprete alemana, quien ya participó en la anterior edición del FeMAP acompañando la soprano Núria Rial con el conjunto Accademia del Piacere, acaba de editar un extraordinario registro dedicado a las sonatas para viola de gamba de Carl Philipp Emanuel Bach. En este debut pirenaico como solista desplegó todo su talento para abordar el virtuosismo técnico y la gran riqueza de recursos que atesoran los partituras de Marais, exhibiendo en todo momento una agilidad, un vigor y un refinamiento expresivos realmente excepcionales. Sutilidad, intensidad y delicadeza se aunaron en un discurso musical realzado por el exquisito bajo continuo de Martí Duran, quien nos deleitó además con un delicadísima interpretación de dos piezas del laudista francés Robert de Visée (ca.1656-1732). Una experiencia que, desde las alturas del pequeño templo románico de Bernui, resultó poco menos que angelical.
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