Doce Notas

Sir Simon Rattle y la LSO: Pura magia

opinion  Sir Simon Rattle y la LSO: Pura magia

© Festival Internacional de Santander/Pedro Puente Hoyos

De la calidad de Simon Rattle no se puede escribir más, de la calidad de interpretación de la LSO tampoco, en parte – es mi opinión- porque al ser un ente “autogestionado” con sede en el Barbican, Londres, se juegan “las habichuelas” en cada actuación y las 140 actuaciones mínimo al año hace que toda la maquinaria esté superengrasada.

La obra que interpretaron- anteúltima de las sinfonías de Mahler, que no vio estrenada en vida, es una magnífica obra con dos movimientos muy conocidos, el segundo: festivo, de tono popular, en parte juguetón y humorístico y el adagio final. Toda la obra tiene unas dinámicas de sonido impresionantes. Bajan hasta el pianísimo y en unos cuantos compases se nos ofrece la orquesta en su máxima plenitud sonora, con profusión de metales, marca de la casa vienesa. Mahler, además empieza a conectar con una disolución de formas clásicas que desembocarían en la atonalidad, que ya se intuye en esta obra.

El adagio es una muestra de cómo “el director” consigue que el músico – entregado a la interpretación- mantenga el pulso y la tensión, se contenga para alcanzar entre todos los intérpretes esa gran ola de sonido que en Mahler emerge desde el fondo del mar…emocionantes momentos que obligan a orquesta, director y público a retornar a la respiración normalizada unos segundos después de la extinción de la última nota…un pianísimo total…sonido ya intuido más que percibido.

Toda la obra rezuma esa inmensa belleza de los Alpes: grandes y altas cumbres y profundos y largos valles, por los que discurren auténticas “aguas bravas” musicales. Y podemos recorrer esos paisajes a lomos de una perfecta máquina: la LSO dirigida por un muy experimentado y talentoso director.

No soy un experto en sinfonismo – me atrae más la música de “cámara”- pero he visto unas diez grandes orquestas en mi vida – la LSO en Londres, Barbican y ahora en Santander- confieso que la actual LSO y esta pieza concreta es lo más intenso que he experimentado, la Orquesta Nacional de Francia con “Cuadros de una Exposición”, mismo escenario, sería la segunda…Mahler con su “novena” consigue esos “muros de sonido” propios de los rusos…tan cerca de Viena y a veces tan lejos. Algo tiene que ver la disposición del director en el centro del sonido, muy cerca de todos los músicos y el que ellos estén más cerca que otras formaciones clásicas…por cierto, esto es muy ¡rockero! Creo que esta fecha hará historia en el FIS.

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