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El pasado 7 de agosto, el conjunto luxemburgués CantoLX ofreció un selecto recital en la iglesia de Sant Domènec de Puigcerdà dedicado a los compositores italianos del barroco temprano, aquéllos que inventaron y desarrollaron el nuevo estilo de la monodia acompañada que será conocido como el “recitar cantando”. Al final del período renacentista, los hallazgos acerca de la cultura y el arte greco-romanos llevaron a los intelectuales italianos a concluir que el teatro de la Antigua Grecia debió de ser completamente cantado. Esto impulsó a un grupo de músicos y humanistas, movidos por el afán de recuperar el esplendor de la cultura clásica, a idear un nuevo estilo musical que superara la práctica polifónica (desconocida por los antiguos griegos) y que permitiera expresar musicalmente el sentido de los textos poéticos y dramáticos. Así nació la monodia acompañada o stile rappresentativo, un canto melódico con un incipiente acompañamiento instrumental (con el tiempo sería denominado basso continuo) cuyos ritmo y fraseo se adaptaban a la prosodia y exprimían musicalmente el contenido semántico textual.
La formación historicista CantoLX nos permitió degustar una cata musical de este refinado estilo, eminentemente dramático, que dará lugar al surgimiento de uno de los géneros más prósperos y solícitos de la historia de la música: el espectáculo operístico. Para ello, los experimentados músicos centroeuropeos abordaron un exquisito programa integrado por una selección de piezas y compositores de la primera mitad del siglo XVII, un repertorio que puso en relieve la extraordinaria sutileza y riqueza musicales de estos textos poéticos inspirados en los episodios de la mitología clásica. Uno de los relatos que más sedujo e inspiró a los músicos seiscentistas fue el mito de Orfeo, dado el protagonismo musical de su contenido dramático, de ahí que el programa del concierto llevara por título The Plaint of Orpheus.
El tenor abaritonado Peter de Laurentiis y la soprano Véronique Nosbaum nos ofrecieron una envidiable recreación de las delicadas composiciones de Claudio Monteverdi, el gran compositor del período y uno de los más innovadores y revolucionarios de la historia de la música, del cual pudimos escuchar diversas arias de su ópera fundacional “La favola d’Orfeo”, así como canciones de sus libros de madrigales y Scherzi musicali. Además, tuvimos ocasión de deleitarnos con otras piezas de compositores como Domenico Belli, Giulio Caccini o Girolamo Frescobaldi. Mención especial merecen las sensuales y arabescas melodías de la compositora barroca Barbara Strozzi, magníficamente interpretas por la soprano luxemburguesa. Ambos cantantes exhibieron gran sintonía y demostraron una plena familiaridad con este repertorio, aunando elegancia, dominio estilístico y un distinguido sentido expresivo. En todo momento, estuvieron pulcramente acompañados por la tiorba de Karl Nyhlin y el clave del director Frank Agsteribbe. En suma, una delicia de concierto que nos brindó la posibilidad de profundizar en un repertorio para paladares exquisitos.
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