Con un prólogo de Andrés Ruiz Tarazona, la autobiografía toma prestados artículos del autor que ya habían sido publicados en periódicos y que son adaptados para tener cabida en estas memorias. Adornadas con una bellísima prosa, el autor oculta, falsea y saca brillo a ciertos hechos y situaciones según su conveniencia, construyendo así una narrativa novelesca.
En conjunción con la personalidad del maestro, el relato se desliza constantemente entre la ficción y la realidad, los sueños y el delirio. El tono oscilará entre la más plena exaltación romántica y la desesperación, fuertes contrastes en el humor de un ser turbado por la bipolaridad.
García Revilla construirá su traducción sobre los trabajos previos de Pierre Citron (ediciones de 1969 y de 1991) y la versión inglesa de David Cairns. En la introducción, citará sendas publicaciones, en las que basará su estudio y de las que tomará prestadas citas y otras aclaraciones.
Tras la introducción, García Revilla incluirá una extensa y detallada cronología de la vida de Hector Berlioz. A modo de resumen nos permitirá recuperar aspectos de su vida no citados en su recreación literaria, construir una línea temporal fiel sobre los recuerdos del compositor y refrescar aventuras y otras gestas a la vez que se avanza en la lectura del largo volumen.
La intención del traductor es mantener en todo momento el estilo literario de Berlioz. Párrafos eternos, frases interminables y una severa adicción a las oraciones compuestas son las tres puntas que coronan dicha forma de expresarse. El fin de esta momificación de Berlioz, no es otro que llevar a casa del lector el más fiel retrato del genio.
La crónica comienza desde el nacimiento del compositor. Berlioz nace en la Côte-Saint-André el 11 de diciembre de 1803. Partiendo de los orígenes, la narración ahondará en los aspectos personales que Berlioz considere de interés. Comenta la que fue su primera experiencia musical, y su primer y también último amor no correspondido, Estelle Gautier, a quien dedica las palabras más hermosas del documento.
Se enamoró de Gautier, mayor que él, a los 12 años. Aunque posteriormente contrajo matrimonio con la actriz shakesperiana Henriette Smithson en 1883. El enlace fracasó. Tras la muerte de la artista, circunstancias azarosas traerán a Estelle de vuelta a la vida de Berlioz. El compositor vivirá sus últimos años compartiendo una amistad por correspondencia con la mujer de sus sueños, quien describe con admiración en sus más tiernas composiciones.
Berlioz comenzó los estudios de medicina impuestos por su padre en París en 1821. Pero pronto abandonó sus obligaciones para dedicarse a su verdadera pasión, la música, desobedeciendo así los designios de sus progenitores. Además de compositor, Berlioz también es conocido como crítico musical. Y sí, hablara de sus gustos musicales; y de Mozart, a quien detesta.
Para desilusión del lector más experimentado, las memorias no contienen detalles ocultos, ni descripción exhaustiva del proceso compositivo de sus genialidades. Berlioz comenta el contexto en el que compuso su ópera Benvenuto Cellini, las sucesivas modificaciones de la Sinfonía Fantástica, y también la creación de otras sinfonías (la fúnebre, la Harold y la triunfal); sin embargo, no se centra en el contenido y construcción musical de sus obras.
Las referencias a su vida privada y familiar se concentran muy intensamente en los primeros capítulos, posteriormente, su vida profesional tomará el protagonismo. Entretanto, la narración obedecerá una pauta cronológica perseverante, en la que los contenidos serán expuestos eventualmente en forma de cartas (su viaje a Alemania y el intercambio epistolar con Gautier).
Berlioz aprecia el humor e incluirá anécdotas divertidas, más o menos adornadas, así como altercados y discrepancias con críticos de su época. Se explayará en su relación con Mendelssonh y realizará comentarios reservados de su coetáneo Richard Wagner, que esconden admiración y, posiblemente, cierta envidia.
____________________________