Doce Notas

La Orquesta Sinfónica de Musikene y el Orfeón Donostiarra en el Teatro Arriaga con el Requiem de Cherubini

lirica  La Orquesta Sinfónica de Musikene y el Orfeón Donostiarra en el Teatro Arriaga con el Requiem de Cherubini

El Centro Superior de Música del País Vasco, Musikene, se une de nuevo al Orfeón Donostiarra para presentar el Réquiem para coro mixto a cuatro voces y orquesta de Luigi Cherubini (1760-1842), una de las misas de difuntos más inusuales al prescindir de cantantes solistas. Víctor Pablo Pérez, director titular y artístico de la Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid y muy vinculado al coro donostiarra, lidera este proyecto que combina la energía de la Orquesta Sinfónica de Musikene y la experiencia de la agrupación coral. El público podrá disfrutar de esta interesantísima actuación musical en el Teatro Arriaga este domingo, 13 de mayo, a partir de las 19 horas.

Cherubini desarrolló la mayor parte de su carrera profesional en París como músico oficial de la Corte francesa y en 1816 creó el Réquiem en do menor en recuerdo a Luis XVI, decapitado durante la Revolución Francesa. Aunque la obra presenta un carácter general oscuro, muy apropiado con la ocasión funeraria, consigue combinar momentos musicales de tragedia, miedo y sorpresa con otros más emotivos. El inicio del Introitus reza por el descanso eterno del difunto y da paso a un momento de meditación – Graduale – y al Dies Irae. Este movimiento ejerce de paréntesis y recrea diferentes atmósferas mediante cambios de tonalidad y tempi. A continuación, se intensifica la tensión en el Offertorium para desembocar en el colérico Sanctus. Después de este número, Cherubini vuelve a la calma del Pie Jesu con valores lentos y largos que conducen a la conclusión grandiosa y solemne del Agnus Dei.

Béla Bartók para comenzar

Este encuentro musical se abrirá con el Concierto para viola y orquesta de Béla Bartók (1881 – 1945) en el que intervendrá la joven rusa formada en Musikene Yana Kucherova. Bartók comenzó a trabajar en él durante su exilio en Estados Unidos. Sin embargo, murió antes de acabarlo debido a la leucemia que padecía. Finalmente se estrenó en 1949 una versión finalizada y dirigida por uno de sus alumnos más aventajados, Tibor Serly, y ejecutada por William Primrose, quien realizó el encargo del concierto. El tono del lenguaje de este concierto es de soledad y melancolía, sentimientos que invadían al compositor conocedor del final de sus días.

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