Doce Notas

Adriana Lecouvreur en el Teatro de la Maestranza

lirica  Adriana Lecouvreur en el Teatro de la Maestranza

© Francesco Squeglia

La temporada lírica del Teatro de la Maestranza acaba con el estreno en el Teatro de la Maestranza de la trágica historia de la actriz Adriana Lecouvreur, un drama verista que el compositor y pedagogo Francesco Cilea, convirtió en una cima de un género –el verismo- que a principios del siglo XX renovó con nuevas perspectivas teatrales más realistas y crudas la tradición de la ópera italiana.

La ópera, en cuatro actos y estrenada en Milán en 1902, es un ejemplo de la sabia combinación entre los ideales vocales del belcantismo heredado del pasado con las modernas necesidades expresivas del naciente siglo XX y, aunque al principio el título inició su periplo por los teatros con una acogida tibia, fue alrededor de 1940 cuando las grandes divas como Mafalda Favero o, sobre todo, Renata Tebaldi –quien impuso “Adriana…” en el Metropolitan de Nueva York- lideraron su resurgimiento. Arias tan desgarradoras como “Ecco: respiro appena…” o “Poveri fiori”, consagradas por la Callas, dieron alas a ese renacimiento.

Aunque Cilea (1866 – 1950), que estudió con Martucci y fue profesor de piano y armonía en el Conservatorio de Nápoles, que luego dirigió, como el de Palermo, no ocupe un lugar destacado en la Historia de la Música, “Adriana…”, única de sus cinco óperas que se mantiene en el repertorio, conserva el favor del público, que se entrega al drama de amor, pasión, política y muerte desarrollado en torno a la figura de Adriana Lecouvreur, diva de la Comedia Francesa admirada por Voltaire, que murió en extrañas circunstancias en 1730, al parecer envenenada –a través de un ramo de violetas- por otra actriz que anhelaba al mismo hombre que ella, Maurizio, pretendiente al trono de Polonia. La obra ficciona el episodio enfrentando a Adriana con la princesa de Bouillon.

En la ópera –con libreto, en 4 actos, de Arturo Colluati basado en el drama de Scribe y Legouvé: se estrenó en Milán el 6 de noviembre de 1902- el ritmo dramático es “prácticamente cinematográfico por la acertada combinación de teatro y música”, explicó una vez el director de orquesta Maurizio Benini, para quien la partitura, a la manera de un “verismo afrancesado”, parece ligada a Ravel, Gounod y Massenet. Desde su estreno, se ha considerado que el rol de Adriana es extremadamente goloso para una soprano: la delicada belleza de arias como “Poveri fiori” o “Io son l´umile ancella”, así lo prueban. Sin embargo, arias como “Acerba vollutà” –a cargo de la Princesa- o “La dolcissima efigie”, de Maurizio, extienden la belleza de la obra hacia el resto de protagonistas.

Melodrama de amor desplegado sobre intrigas políticas y sentimentales con un final trágico, “Adriana Lecouvreur” exhibe un verismo refinado, galante, adornado con versos de Racine. Elementos que conceden prestancia a un drama escénico sostenido sobre una hermosa partitura.

Una producción de Lorenzo Mariani para el Teatro San Carlos de Nápoles dirigida musicalmente por Pedro Halffter Caro al frente de la ROSS y el Coro de la A. A. del Teatro de la Maestranza, convoca a un gran reparto encabezado por Ainhoa Arteta –siempre aclamada por el público en Sevilla- y el tenor rumano Teodor Illincăi, en los roles principales, junto a Ksenia Dudnikova.

www.teatrodelamaestranza.es

____________________________

Salir de la versión móvil