Ha pasado más de un siglo desde que Arturo Toscanini dirigiera por primera vez La Bohème en el Teatro Regio de Turín. Desde aquel 1 de febrero de 1896, la ópera de Puccini no ha parado de enamorar a público de todos los teatros del mundo.
Esta ópera consigue cautivar a todas las generaciones debido, no solo a sus bellísimas melodías, sino a su actual reflejo de los escenarios de la juventud, y las emociones que éstos provocan, que nunca cambian.
Además cuenta con unos personajes bien definidos: el poeta, el pintor, el estudiante de filosofía, el músico divertido, la descarada y atrevida Musetta y la ingenua y amable Mimí, Puccini crea a estos personajes, sin dinero, que sacrifican todo por el Arte, algo que es muy habitual en cualquier generación joven de cualquier tiempo y lugar.
El editor de la editorial Ricordi llamaba a Puccini y los libretistas Giuseppe Giacosa y Luigi Illica en broma, la Santísima Trinidad, pues durante tres años pusieron a prueba su paciencia durante la elaboración del libreto, basado en diferentes episodios de la novela por entregas Scènes de la vie bohème de Henri Murger que se publicó en el periódico El Corsario durante 5 años y que retrataba la vida de unos jóvenes bohemios que viven en el Barrio Latino de París de la década de 1840.
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