Doce Notas

Una exitosa producción amortizada

opinion  Una exitosa producción amortizada

L’elisir d’amore. © A. Bofill

Era la cuarta temporada que el coliseo barcelonés llevaba al escenario este montaje que tantos éxitos ha cosechado en tierras catalanas (a las temporadas liceístas cabe sumar también las funciones del Festival Grec y del Festival de Peralada) y que, nuevamente, ha recibido una excelente respuesta por parte del público que ha llenado el teatro en estas diez recientes funciones. El equipo de Mario Gas ha incorporado algunos gags nuevos, en algunos de los cuales se presta el mismo director musical, logrando mantener la frescura de una historia archiconocida aunque no por ello menos atractiva.

El equipo de intérpretes solistas, aunque sin los nombres galácticos de pasadas ediciones, logró hacer justicia a la música del inspirado Donizetti. La soprano Jessica Pratt debutó el papel de Adina en el escenario barcelonés con autoridad escénica y desparpajo canoro; su interpretación fue de menos a más, exhibiendo una técnica portentosa y coronando sus intervenciones con un apoteósico número final con agilidades y ornamentos de cosecha propia. El Nemorino de Pavol Breslik lo dio todo desde el primer momento; la suya fue una caracterización rebosante de jovialidad y gallardía, servida con un instrumento dúctil, expresivo y bien modulado que se ganó el favor del público antes de rubricar Una furtiva lagrima más que memorable. Roberto de Candia supo exprimir el jugo al ávido Dulcamara, derrochando simpatía escénica y la habilidad canora de un bajo bufo de buen oficio. Algo más flojo resultó, en el plano vocal, el Belcore de Paolo Bordogna, aunque su entrega escénica fue absoluta. La exquisita Mercedes Gancedo brilló de nuevo en el escenario de Les Rambles, esta vez en el rol de Giannetta.

El coro y la orquesta titulares cumplieron sobradamente con una partitura que se conocen a fondo, guiados por la dinámica y eficaz batuta de Ramón Tebar.

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