
Ensemble La Fenice. Festival de Torroella de Montgrí © Martí Artalejo
El Festival de Torroella de Montgrí siempre ha sido un escenario donde la música antigua ha tenido un papel protagonista y, este año, sus responsables no han querido dejar pasar la ocasión de celebrar el 450 aniversario de uno de los compositores más ilustres y revolucionarios del nacimiento de la época moderna: Claudio Monteverdi (1567-1643). Para ello, Montse Faura, su directora, ha contado con un viejo conocido del certamen, el cornetista Jean Tubéry, quien, junto a las huestes de su conjunto La Fenice, ha dedicado una jornada a ambientar la inquieta villa ampurdanesa con música veneciana del Seicento.
Bajo el epígrafe de “Día Monteverdi”, la tarde del pasado 6 de agosto, el Palau Solterra y la Plaza de la Villa acogieron dos breves actuaciones, de apenas 30 minutos, en las que pudimos escuchar la música instrumental de algunos de los compositores venecianos y mantuanos de la órbita de Claudio Monteverdi. En el transcurso de éstas, en el patio del Palau Solterra, pudimos descubrir la faceta más desenfadada del maestro Tubéry como cantor de frescas melodías italianas de antaño, pulcramente acompañado por las cuerdas de La Fenice. Ya en la plaza mayor, las cuerdas dejaron paso a los vientos, los cuales, después de una interpretación de la célebre toccata del Orfeo, que sonó un poco a vista, interpretaron algunas de las músicas que animaban las plazas y palacios venecianos en tiempos de Monteverdi.
Por la noche, la iglesia de Sant Genís nos reservaba el plato fuerte de la jornada: las monumentales Vespro della Beata Vergine. Un compendio colosal de música sacra, concebido por Monteverdi cuando se encontraba al servicio de los Gonzaga de Mantua (1610), en donde convergen los más elevados logros del lenguaje musical de su tiempo. El maestro de capilla funde la tradición polifónica de los grandes maestros renacentistas con los hallazgos más innovadores de la música madrigalesca, dando como resultado una auténtica summa estilística sin parangón por aquel entonces. Una obra de una gran complejidad y exigencia que supone todo un reto interpretativo que la troupe de La Fenice superó con muy buena nota.
Tubéry apostó por una lectura enérgica y dinámica, atenta a la sutileza de los matices, especialmente en la partes solistas y concertantes, y de intenso vigor dramático en la polifonía de los salmos. La impecable prestación de los instrumentistas y la polivalencia de los cantores del conjunto I Favoriti de la Fenice, entre los cuales merece mención aparte el exquisito tenor Jan Van Elsacker, cuya recreación de las páginas de Nigra sum y Duo Seraphim Clamabant puso la piel de gallina, lograron hacer justicia a una obra donde la sensualidad y la espiritualidad se funden en un tierno abrazo musical.
El próximo otoño Jordi Savall y Philippe Herreweghe presentarán sus versiones de esta obra en la capital catalana. Por el momento, Torroella de Montgrí se apunta un buen tanto.
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