Doce Notas

La vida de Philip Glass: Palabras sin música

libros  La vida de Philip Glass: Palabras sin músicaPhilip Glass se presenta a sí mismo en su primera autobiografía, Palabras sin música. El compositor minimalista ha decido recoger, en un tomo, las anécdotas y vivencias más importantes de su trayectoria. Narra así, en primera persona, sus memorias, desde su vespertina niñez hasta su esplendor musical, en donde su Trilogía de Cocteau pone fin a la novela. El libro se lo dedica a sus cuatro hijos: Cameron, Juliet, Zachary y Marlowe.

No es solamente un gran compositor, además, Philip Glass posee una capacidad brillante para la redacción y la síntesis. Así lo ha demostrado a comienzos del año 2017, a la par que cumplía 80 años, con la presentación de Palabras sin música.

Su autobiografía está dividida en un prólogo, un epílogo y tres partes, que se corresponden con los tres periodos fundamentales en el desarrollo musical de toda figura de renombre: aprendizaje, primeros conciertos y, finalmente, el éxito.

Nacido en Baltimore, el 31 enero de 1937, Philip Glass es el menor de tres hermanos. Sus padres, Ben e Ida Glass, no tuvieron nunca muy buena consideración del oficio del músico y les desagradaba la posibilidad de que su último hijo se convirtiera en un músico itinerante. La madre de Philip, Ida, se dedicaba a la docencia, y su padre, Ben Glass, regentaba una tienda de discos de música. Las infinitas cualidades musicales de Philip salieron a la luz con en el trabajo de su padre, que convirtió a Ben en un acérrimo defensor de la música de vanguardia de compositores como Bartók, Shostakóvich y Stravinsky.

Philip Glass se describe a sí mismo como un estudiante con ansias de aprender, pero despreocupado por sacar buenas notas. Como gran admirador de la ciencia, ha homenajeado en su extensa producción operística a personajes de la talla de Einstein (Einstein on the Beach), Kepler (Kepler) y Galileo (Galileo Galilei). Desde pequeño recibió clases de flauta, violín y piano. Entró anticipadamente en la Universidad de Chicago, con tan solo 15 años de edad; y tras finalizar sus estudios ingresó en la Julliard. Siempre tuvo profesores de primerísimo nivel, tanto en el Conservatorio de Baltimore, la Universidad de Chicago (donde su profesor de química fue el premio nobel Harold C. Urey), como en la Julliard. Posteriormente viajó a París, donde estudió dos años bajo la dirección de Nadia Boulanger.

Realizó diversos trabajos para costearse sus estudios e inicios como compositor, trabajó en una empresa siderúrgica, más tarde como transportista, taxista e incluso fontanero. Sus comienzos en la composición evolucionaron desde la dodecafonía hasta la tonalidad. Desarrolló una gran disciplina en la interpretación de numerosos instrumentos con el único fin de crear buena música para cada intérprete. Su pasión por la cultura india y Oriente le llevan a conocer a Ravi Shankar, a practicar yoga y a volverse vegetariano. Con su primera esposa, JoAnne, madre de dos de sus hijos, fundó una compañía teatral. Tras romper su matrimonio, mantuvo una relación de diez años con la pintora Candy Jernigan, hasta que esta falleció de cáncer de hígado.

Einstein on the Beach, la primera ópera de Glass, marcó el inicio de una larga trayectoria compositiva en este género (Satyagraha, Akhnaten, The Perfect American…). También trabajó en la industria del cine, donde ha sido nominado tres veces a los Premios Óscar en la categoría de mejor banda sonora (Kundun, The Hours y Notes on a Scandal). Además, ha colaborado en películas de directores tan prestigiosos como Woody Allen (El sueño de Cassandra).

Sin embargo, la brillante carrera de Glass ha estado fuertemente manchada por la crítica. Una música repetitiva, tan sencilla que cualquiera pudiera realizarla, han sido los principales elogios a su trabajo como compositor por parte de la crítica más conservadora. Frente a esto, ha desarrollado un nuevo gen, el de me-da-igual-lo-que-pienses. Un gen que todo artista y músico debiera poseer.

Glass quiere por todos los medios emocionar al lector, y sí, lo consigue. Relata sus viajes y sus descubrimientos con la ilusión de un niño, y es ese sentimiento el que impregna todas y cada una de las páginas de su biografía. Alterna la narración de su vida con anécdotas divertidas, que aportan un toque fresco a la densidad de acontecimientos con mayor carga dramática. Son frecuentes los saltos temporales para hacer referencia a composiciones futuras e ideas que posteriormente retomará; sin embargo, estos movimientos en la temporalidad están en gran medida concentrados en un escaso número de páginas, lo que despista al lector e incurre en que termine perdiendo el hilo conductor.

En consecuencia, este es un libro dirigido a cualquier músico aficionado al minimalismo y/o a la obra de Philip Glass. Un lector familiarizado con el lenguaje musical disfrutará maravillado de su lectura. A pesar de su longitud, está redactado en un estilo ameno y sin complejidades. Además, Glass presenta la esencia de su música desgranándola al detalle con palabras fácilmente accesibles y al alcance de cualquier músico (independientemente de su nivel de conocimiento), aportando todo aquello que le ha servido de musa, de inspiración, de ejemplo y de meta.

 

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