Su autor es un talentoso chelista empleado en la enseñanza de su instrumento en Conservatorio Superior, pero también un gran concertista y por añadidura con inquietudes de curioso investigador.
La obra está muy ricamente documentada, tanto con textos como con ejemplos musicales: en partitura y también sonoros. De manera que es una fuente importantísima de información para todos aquellos que quieran introducirse de lleno en este campo tan específico de la música. Una obra inevitable para cualquier chelista profesional; goza, además de una extraña virtud: y es que, el hecho de haber sido escrita por un intérprete de profesión, la dota de una practicidad raramente encontrada en obras semejantes escritas por investigadores al uso (musicólogos y no músicos). Que un chelista actual comente lo que chelistas del pasado escribieron sobre cómo se debía tocar, o lo que se dijo de cómo tocaban ellos, que comente sus grabaciones (tan antiguas, tan alejadas), resulta verdaderamente útil para los chelistas contemporáneos interesados en la historia de la interpretación de su instrumento.
Si se hace caso al título del trabajo, la lectura de éste al principio no se ajusta del todo a lo esperado. Los capítulos parece que siguen una estructura deshilada; no se hace una introducción al tema del título del libro, explicando cómo era la interpretación del violonchelo con anterioridad al romanticismo, y tampoco se presenta a los chelistas más importantes del periodo ni a los que sirven de fuentes de información con sus textos, pues no se los enmarca en un contexto histórico y geográfico que los adscriba a una escuela, o si se quiere, a un centro de aprendizaje. Se presupone que sabemos todos estos datos. Si unimos esto a algunas veleidades en el estilo retórico de la exposición, en un principio queda desdibujada la dirección del discurso teórico.
Sin embargo, a medida que se avanza en la lectura se puede intuir (y acertar, corroborado por el propio autor en algún capítulo) que el verdadero eje central de la obra está algo desenfocado respecto a lo que indica el título, y además, resulta que es lo más interesante y revelador de la investigación: la explicación de las características del estilo interpretativo de los chelistas del final del romanticismo, que podemos conocer a través de las grabaciones conservadas; la obra resulta especialmente interesante ya que estas grabaciones están compartidas con los lectores por medio de una página web, facilitada amablemente, y son comentadas con todo detalle por el autor.
La ampliación del trabajo en una obra que abarca los vaivenes de las modas y la estética interpretativa de todo el s. XIX le resta valor a la importancia de lo que se defiende esencialmente, esto es: la influencia del lenguaje hablado, del bell canto y, sobre todo, de la prosodia representativa de los actores y poetas románticos al actuar y recitar, en el estilo interpretativo musical del romanticismo, especialmente de sus postrimerías, entre finales del s. XIX y principios del s. XX. Esta tesis sí que está defendida, fundamentada, explicada y ejemplificada con toda claridad.
Por otro lado, es una pena que una investigación como esta quede restringida a un público tan específico y especializado. Pues para un lector que no conozca en profundidad la historia del violonchelo, que no conozca bien los nombres y el origen de todos esos músicos y chelistas, que no esté habituado a los términos técnicos de los instrumentos de cuerda, que no tenga un interés deformado por su profesión en el violonchelo, puede resultar difícil la comprensión de la mayoría de los capítulos. Sin embargo la influencia de la interpretación de los actores en la interpretación de los músicos, la nueva influencia de la interpretación de la palabra en la interpretación de la música en el periodo romántico o hacia su final, es un tema interesante para cualquier lector apasionado en ambas artes. Las relaciones entre palabra y música son viejas, pero parece que siempre consiguen renovarse.
Todo lo observado no debe desmerecer la publicación de este estupendo trabajo que desearíamos fuera el principio de una nueva moda entre los chelistas de la actualidad: revisar el pasado de su instrumento con voluntad investigadora e historicista, para ampliar el conocimiento del público especializado y, por qué no, para la divulgación también entre el aficionado; el aficionado a un instrumento como el violonchelo, amado por todos.
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