Doce Notas

Brillante inicio de año de la Ópera de Budapest

opinion  Brillante inicio de año de la Ópera de Budapest

La Bohème © Pál Csillag

Diseñado por Miklos Ybl, el emblemático edificio que acoge la Ópera de Budapest es uno de los coliseos centro-europeos con una tradición más dilatada y prestigiosa. Fue inaugurado por el emperador Francisco José I el año 1884, llegando a rivalizar durante tiempo con la Wiener Staatsoper. Su acústica, y podemos dar buena fe de ello, es una de las más envidiables que existen aún hoy día y en su escenario se han distinguido batutas legendarias como las de Gustav Malher (director artístico del teatro entre 1887-1891), Richard Strauss, Wilhelm Furtwängler y Otto Klemperer, entre otros. En la actualidad, a parte de la lujosa prestación de la Orquesta Filarmónica de Budapest, cuenta con una espléndida y amplia compañía de de intérpretes que le permite alternar más de una docena de espectáculos mensuales, a un altísimo nivel de cualidad.

El pasado 30 de diciembre pudimos disfrutar de una entrañable producción del popular título pucciniano La bohème, protagonizado por un competente reparto local que hizo justicia a las exigentes páginas del maestro italiano. Como Rodolfo, Attila Fekete lució una voz poderosa, empastada y de grato timbre, demostrando poseer una noble línea de canto, a la cual solo cabe reprocharle un mayor brillo en los rutilantes dos agudos de rigor. Delicada y exquisitamente refinada estuvo la Mimì de Polina Pasztircsák , aunque su voz es pequeña en extremo, cosa que en los momentos de mayor intensidad orquestal la hace a penas audible. Levente Molnár fue un Marcello de gran autoridad escénica y vigoroso instrumento, magníficamente secundado por la suntuosa y brillante Musette de Zita Váradi. El resto de coprimarios rindieron a un gran nivel, entre los cuales cabe destacar al notable Colline de Péter Fried , quien nos cantó espléndidamente el aria de la “Vechia zimarra”.

Entre los aciertos de la producción cabe destacar también la memorable actuación del coro titular de la casa, así como la brillantísima ejecución de la orquesta concertada por Péter Halász. El montaje escénico, dirigido por Nádasdy Kálmán, sigue fielmente el libreto original y combina escenografía de decorados pintados y mobiliario tradicional, resultando especialmente lucido en los actos segundo y tercero.

Die Fledermaus de Johann Strauss II fue otro de los éxitos de la cartelera navideña del teatro. Con un montaje de corte tradicional firmado por Miklós Szinetár, especialmente opulento en la fiesta del segundo acto, enriquecido con un vestuario vistoso y colorista, el popular título straussiano fue cantado en húngaro, con subtitulación en inglés y alemán. Entre el competente reparto de intérpretes, sumamente aplaudido al finalizar la representación, brillaron especialmente el Eisenstein de Zoltán Nyári y la exquisita Adele de de Rita Rácz, ambos excelentes actores a la par que cantantes. Los coros sonaron de fábula y la orquesta sacó brillo a la vital partitura del maestro austríaco gracias a la dinámica dirección del maestro Gergely Vajda.

Mención especial merece la actuación cómica del personaje declamado del carcelero (Gábor Szirtes), así como también las coreografías de los ballets y danzas. Solo cabe lamentar, en la función del 2 de enero, el comportamiento poco cortés de una parte del público, con entradas y salidas de platea a telón alzado y con los intérpretes en plena representación. Una actitud, muy poco respetuosa que deja que mucho que desear en un auditorio de esta categoría.

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