Doce Notas

La Sibila: la conversión pagana frente al advenimiento cristiano

libros  La Sibila: la conversión pagana frente al advenimiento cristianoSe trata de un extenso libro de más de 300 páginas aderezado con numerosas ilustraciones y que reúne la firma de varias personalidades destacadas de la academia nacional e internacional.

La Sibila no sólo inaugura con su nombre una nueva colección de textos eruditos en la madrileña editorial Alpuerto. La sibilina profetisa era ya conocida por el poeta Virgilio, quien la cita en La Eneida. Pero su origen se remonta hasta el albor de los tiempos, pues incluso Héraclito le atribuye en su época una provecta edad milenaria. Posteriormente, el personaje fue incorporado por la liturgia religiosa del medievo para vaticinar la llegada del nuevo mesías. Por todo ello, siempre fue muy tentador tratar de dilucidar el enigma que explicara la adopción cristianizada de esta sacerdotisa pagana.

Éste va a ser el principal objetivo del grupo interdisciplinar que firma el libro que nos ocupa, compuesto por musicólogos, filólogos, historiadores del arte y un liturgista. La variedad de miradas y enfoques sobre La Sibila es más que justificada si atendemos a la enorme cantidad de imágenes icónicas que muestran a la vieja adivina. Algunas fuentes cuentan hasta doce caras distintas –correspondiendo a cada apóstol evangelista– y en otras se refieren más de veinte. Pero las formas más reivindicadas son las que se han conservado a través del legado litúrgico medieval y renacentista, recontextualizándola siempre en todo tipo de escenas bíblicas extemporáneas. Aunque las encarnaciones a las que se presta mayor atención son las de la Tiburtina y la Eritrea, en ocasiones se la ha identificado con la reina de Saba o con cualquiera de las parteras que ayudarán a la Virgen María a dar a luz al Niño Dios; o bien se refiere su caracterización en forma de sirena sediciosa o se la expondrá explotando su antagonismo con el rey Herodes, etcétera. En todo caso, La Sibila supuso una consecuente ruptura con una tradición que había reservado las labores proféticas exclusivamente en manos de hombres sabios.

Por eso resulta especialmente relevante el epígrafe incluido en este libro que descompone todo el recorrido que, a lo largo de la Historia, trajo la tradición iconográfica y textual de La Sibila desde Jerusalén hasta Santiago de Compostela, pasando –cómo no– por la Roma vaticana. El libro que nos ocupa muestra distintas maneras de vivir el ritual sibilino y analiza las dispares sensibilidades con que se ha tratado tan enigmático personaje, quien vaticinaba con sus versos cantados los terrores del fin del mundo y el protector advenimiento de aquéllos que se encomendaran a la fe en Cristo. Al respecto, no es casualidad que el mismo equipo editorial esté preparando un nuevo volumen dedicado esta vez al Juicio Final.

Abre La Sibila: Sonido, Imagen, Liturgia, Escena un divertido ensayo donde Daniel Rico critica las a veces muy arbitrarias razones que llevan a catalogar algo como Patrimonio Cultural de la Humanidad (desde la pizza napolitana hasta la siesta después de comer), al que le sigue un artículo de Eva Castro donde se especula respecto a la posible autoría (Quodvultdeus) de una obra que durante mucho tiempo se atribuyó erróneamente a San Agustín. Por su parte, Manuel Pedro Ferreira analiza hasta qué punto las Cantigas de Santa María de Alfonso X estaban algo más que “inspiradas” en El Canto de la Sibila. A partir de aquí, el libro se adentra en el amplio catálogo de formas de representación que van desde lo más folklórico y popular hasta versiones más solemnes y cultas, así como se comparan los estilos particulares de cada localización –por ejemplo, el que caracteriza algunas Sibilas mallorquinas en las que se acepta mayormente el uso de melismas arábigos por influencia del cante jondo a finales del siglo XIX–.

Es el caso del pormenorizado estudio de Maricarmen Gómez sobre la versificación y notación musical de La Sibila, en el que pone en común varias ediciones apócrifas e idiosincráticas de toda Europa. Francesc Massip desplaza su influencia hasta Michoacán (México), aunque otros expertos establecen parentescos con el Misterio de Elche y la Colombina florentina que se celebra cada año a las puertas del Duomo. Frente a recuperaciones más o menos puristas de la liturgia original, se analizan otras reinterpretaciones no exentas de polémica, como las que se representan en Barcelona en los últimos años, arregladas por compositores contemporáneos para ocasión. Y para polémicas las que comenta Eduardo Carrero cuando nos habla con sumo detalle sobre los continuos cambios del coro y púlpito en las iglesias españolas, con la excusa conmemorativa de La Sibila.

Otros temas de amplia discusión se despachan demasiado pronto o apenas se mencionan, como la utilización politizada de La Sibila –como la que promovió la Renaixença catalana en el siglo XIX– o la curiosa prohibición del Concilio de Trento de representarse en el interior del templo por sus excesos populares y escatológicos y el libertinaje al que invitaba la participación de clérigos y niños caracterizados como afeminada Sibila. La anécdota no es nada baladí, pues algunas escenificaciones de La Sibila provocaron no pocos escándalos por fomentar la algarabía entre los asistentes durante el transcurso de sus representaciones. Manuel Castiñeiras, en su extensa aportación, también cita de pasada la correspondencia entre los humores temperamentales (colérico, melancólico, sanguíneo y flemático) y su asociación con cada uno de los profetas del Antiguo y Nuevo Testamento, un apunte que por cierto daría para todo un tratado de psicología teológica.

En definitiva, La Sibila: Sonido, Imagen, Liturgia, Escena viene a convertirse en una referencia ineludible en materia musicológica por su enriquecedora amalgama de saberes y perspectivas.

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