
Xavier Sabata. Cortesía Palau
Después del doble concierto inaugural a cargo de Daniel Barenboim y la Staatskapelle Berlin, y de la cancelación del concierto de la soprano rusa Anna Netrebko previsto para mediados de este mes, el contratenor catalán Xavier Sabata inauguró, el pasado viernes 17, el ciclo de Grandes Voces, acompañado del conjunto de instrumentos históricos griego Armonia Atenea. Recién aterrizado de Freiburg, donde el pasado 12 de julio estrenó un Orlando de Haendel, el extrovertido cantante de la Cataluña Central ofreció un generoso programa que, como nos había anunciado, paseó los intensos colores del barroco tardío por el policromado auditorio modernista de Domènech i Montaner.
Las arias de los títulos haendelianos de Orlando, Alessandro, Giulio Cesare y Agrippina se complementaron con las del Farnace vivaldiano (Gelido in ogni vena) y la exuberante Tu spietato no farai de la desconocida Ifigenia in Aulide del compositor y profesor de castrati Nicola Antonio Porpora. Las delicadas y virtuosísticas páginas teatrales lograron una vibrante encarnación vocal gracias a la impoluta técnica y al cálido timbre de tonalidades oscuras del solícito cantante catalán. Una voz rica en matices y de afilada intuición dramática que, aunque algo pequeña, sabe exprimir con suma elegancia el caudal torrencial expresivo del último barroco.
Junto a él, se lucieron también los integrantes de la formación historicista griega, dirigidos enérgicamente por George Petrou, quienes nos brindaron una intensa versión de dos conciertos Vivaldi, así como un primerísimo concerto grosso de Haendel y un intrascendente concierto para mandolina de Il Sassone Johan Adolf Hasse.
El público, que llenaba más de medio auditorio, ovacionó merecidamente al conjunto de intérpretes y muy especialmente al contratenor de Avià, quien nos brindó una pequeña joya del Seicento como propina: Delizie contente de Il Giasone de Francesco Cavalli. Una pequeña muestra del barroco primerizo en donde Sabata se mueve como pez en agua.