Doce Notas

Mahleriada juvenil en el Palau de la música catalana

opinion  Mahleriada juvenil en el Palau de la música catalana

Jonatahn Nott

Un auténtico lujo para la vista y el oído, el poder ver y escuchar un largo centenar de jóvenes veinteañeros interpretar una de las obras más colosales del repertorio sinfónico (la nº2 de Mahler) con una actitud y un resultado realmente ejemplares.

Nacida bajo el impulso del eximio Claudio Abbado, esta orquesta juvenil se ha convertido en una de las formaciones más reputadas y admiradas del viejo continente, así como la principal cantera de las más cotizadas orquestas europeas. Su colaboración con grandes maestros e intérpretes de la escena internacional, más allá de una prodigiosa calidad técnica, la ha dotado de una profundidad discursiva e interpretativa fuera de lo común para unos intérpretes de tan temprana edad.

Buena muestra de todo ello, la dieron el pasado domingo en el Palau de la Música Catalana al abordar el programa único integrado por la Sinfonía “Resurrección” de Gustav Mahler, liderados por uno de los directores que, recientemente, más y mejor ha trabajado las partituras sinfónicas del maestro bohemio (sus grabaciones discográficas al frente de la Sinfónica de Bamberg son, actualmente, una referencia obligada del catálogo mahleriano). Nott supo transmitir e imprimir un pulso de alta intensidad discursiva a lo largo de los cinco extensos y variados movimientos de la obra, logrando una fluidez y una dinámica expresiva que, salvo anecdóticos pasajes, mantuvo en todo momento una resolución de gran volada.

La vitalidad de los jóvenes intérpretes y la intensidad de carácter se pusieron de relieve ya en la diversidad de momentos de la amplia forma sonata del primer movimiento, con las siempre presentes referencias al tema central de la marcha fúnebre bien subrayadas. La delicadeza del ländler del segundo movimiento no escondió el contraste oscuro de algunas sus secciones, mientras que el scherzo del tercero, basado en su liedDes Antonius von Padua Fischpredigt”, aunó vitalismo y gravedad dramática. El siguiente movimiento, también en forma de lied, nos introdujo en el ámbito de la fe, sumando al buen hacer de los jóvenes músicos la tersa voz de la magnífica contralto Christa Mayer, quien, a pesar de no poseer el timbre de un “pequeño infante celestial” que pedía Mahler para dicho pasaje, exhibió un exquisito sentido del lirismo.

Finalmente, ya en el extenso quinto movimiento, después de exponernos nuevamente las dudas del tercero y las preguntas del primero, las vitales huestes de la formación austríaca, con la brillante ayuda de los coros de la casa – Orfeó Català y Cor de Cambra del Palau de la Música-, nos elevaron a los confines de la vida eterna, sin dejar margen a ninguna duda sobre ella. Contribuyó, también, con nota a ello, la deliciosa soprano Chen Reiss.

Después de casi noventa minutos de vibrante intensidad sonora, al finalizar pudimos apreciar que varios de los jóvenes intérpretes derrochaban incontenibles lágrimas de emoción. ¿De cuantas orquestas y músicos de nuestro país podríamos certificar lo mismo? Y es que, más allá de una brillante e inolvidable velada mahleriana, servida con grandes dosis de honradez y excelencia musical, asistimos a la enésima constatación de cuán lejos estamos aún de la primera división musical europea.

www.palaumusica.cat

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