Doce Notas

Un Siegfried salpicado por la tragedia

opinion  Un Siegfried salpicado por la tragedia

Siegfried. Cortesía Teatre del Liceu

Ambos formaban parte del segundo equipo de cantantes que interpretaron, con brillante éxito, la segunda jornada del anillo wagneriano el pasado sábado 21 de marzo, tarde en que pisaron por última vez el escenario logrando, ambos, un merecido aplauso.

Maria Radner debutaba en el coliseo barcelonés después de una brillante carrera por los principales teatros internacionales (La Scala, el Metropolitan, Convent Garden, los Festivales de Salzburg y Aix-en-Provence, entre otros muchos). La suya fue una Erda de voz carnosa y canto exquisito, no muy voluminosa pero deliciosamente modelada. Oleg Bryjak era ya conocido en el Liceu desde su exitoso debut como Alberich en el Das Rheingold de la temporada 2012-2013, el primero de los títulos de esta misma producción de la tetralogía wagneriana firmada por Robert Carsen y dirigida musicalmente por Josep Pons. Nuevamente, su vigoroso nibelungo triunfó gracias a una soberbia interpretación canora y dramática que hizo las delicias del auditorio. El teatro y el numeroso público que ha tenido la suerte de disfrutar de ambos artistas en las pasadas representaciones ha quedado consternado con su desaparición en tan desafortunado accidente.

Junto a ellos, brillaron también el sensacional Siegfried del debutante Stefan Vinke, arrollador tanto escénica como vocalmente; el impecable Mime de Gerhard Siegel, con un look a lo Torrente; así como también el Wotan de Greer Grimsley, de sólido instrumento y noble autoridad escénica. Completaron la función del pasado día 21, la excelente Brünnhilde de Catherine Foster y los destacados dragón y pájaro de Andreas Hörl y Cristina Toledo, respectivamente.

El maestro Josep Pons, al frente de la orquesta titular del teatro, rubricó uno de los mayores logros artísticos de la temporada, cosa que da buena fe de su importante labor al frente de la dirección musical de la casa. En cuando a la producción de Carsen, a pesar de “actualizar” el drama wagneriano y de caer en algunas soluciones un tanto ridículas –convertir la lanza de Wotan en un bastón o hacer aparecer a Erda debajo de la funda de un sofá…–, logra mantener la tensión narrativa y dramática con eficacia, sacando un buen partido de la dirección de actores.

Al final, el aplauso y la ovación unánime del auditorio dejó una gran expectativa para ver culminar el ciclo la próxima temporada y, aunque sin saberlo, despidió con merecida dignidad la truncada carrera de dos memorables intérpretes. Requiescant in pace.

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