Doce Notas

El diablo vestido de fraile: una evocación literaria de la crisis del Padre Antonio Soler

libros  El diablo vestido de fraile: una evocación literaria de la crisis del Padre Antonio SolerEl Padre Antonio Soler es una de las figuras más destacadas de la música española, quizá la más destacada del siglo XVIII, especialmente en lo que se refiere a la música para teclado. Su obra ha sido estudiada y analizada en profundidad, si bien los datos sobre su vida no son tan abundantes como pudiera parecer. Conocemos lo esencial gracias a documentos como el escrito anónimo que aparece en las Memorias Sepulcrales del monasterio de El Escorial: a los seis años entró en la escolanía de Montserrat, donde comenzó su formación musical; tras acabar sus estudios musicales probablemente se convirtió en maestro de capilla de la catedral de Lérida y en 1752 pasó a formar parte de la comunidad jerónima del monasterio de El Escorial, (como organista y, algo después, maestro de capilla) donde permaneció el resto de su vida. Entre sus maestros se encontraban José de Nebra y Domenico Scarlatti, a quien le debe en buena parte el estilo de sus sonatas. A su vez, contó entre sus alumnos con el ilustre infante Don Gabriel, hijo de Carlos III, que demostró un importante talento para el clave, dedicándole Soler varias de sus sonatas.

El autor de esta novela, Francisco Delgado Montero, es doctor en Psicología y profesor honorario de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid. Es todo un experto en el estudio psicológico de grandes personalidades de la historia del arte y de la música, habiendo estudiado entre otros a Chopin, Mozart o Beethoven. Tanto a través del género ensayo como, en este caso, el de novela histórica, el autor propone crear una personalidad, un perfil psicológico para el personaje, que nos ayude a comprender mejor su vida y su obra, basándose para ello en los datos y documentos existentes sobre el artista en cuestión y en su propia experiencia como psicólogo.

En el caso del Padre Antonio Soler, Delgado Montero se sirve de los datos conocidos de su biografía, especialmente los documentos recopilados en la obra editada por José Sierra en la misma editorial que esta novela, en el año 2004 (Vida y crisis del Padre Antonio Soler (1729-1783). José Sierra (Ed.) Editorial Alpuerto. Madrid, 2004). Un capítulo en concreto de esta obra, redactado por Francisco Javier Campos, trata sobre la crisis personal que sufriría el Padre Soler entre los años 1775 y 1778 y que es el objeto central de esta novela. Durante estos años, debido a su cada vez mayor aislamiento en la comunidad escurialense, el compositor se plantearía el traslado al monasterio jerónimo de Granada o incluso dejar la vida de monje.

A través de un texto en formato autobiográfico (en concreto un diario personal), Francisco Delgado Montero, deja entrever los principales datos de la vida del compositor, que se van insertando sutilmente en la narración. Desde un figurado encuentro con la reina Bárbara de Braganza y el compositor Domenico Scarlatti en la Sala de las Batallas de El Escorial, (que bien podría haber sucedido en la realidad) hasta sus lecciones de clave con el infante Don Gabriel en la celda de Soler. El autor está especialmente acertado a la hora de describir estas escenas, bellas recreaciones de lo que pudo haber sido la vida del compositor. Muy interesantes resultan también las continuas alusiones a la vida musical del monasterio de El Escorial, a las composiciones de Soler y a su tratado de teoría musical La Llave de la Modulación, a los conciertos y actos musicales organizados durante los meses de otoño, cuando la corte residía en el monasterio, y las referencias a otros músicos del momento como Luigi Boccherini o Mozart, siempre desde la perspectiva de lo que pudieron significar estos hechos para el Padre Soler.

Sin embargo, a medida que uno avanza en la lectura, se va dando cuenta de que la acción no es lo importante en esta novela. Es cierto que el texto sirve de excusa para la introducción de numerosos datos y hechos biográficos, pero lo verdaderamente relevante reside en la construcción de la personalidad de Antonio Soler y los sentimientos desarrollados a raíz de su crisis personal, que es el objetivo del autor. Meta harto difícil, por no decir imposible, y, sin embargo, resuelta con bastante acierto. Quien pretenda enfrentarse a una empresa así, debe tener en cuenta un obstáculo insalvable: el tiempo. El hecho de que Antonio Soler viviera hace más de doscientos años no debe ser pasado por alto, pues aunque el ser humano es en esencia el mismo, las mentalidades cambian y evolucionan.

Dicho esto hay que alabar el esfuerzo del autor por construir el perfil psicológico de Soler a partir de los documentos disponibles. El resultado final puede acercarse más o menos a la realidad, pero en cualquier caso, es una propuesta válida y justificada, además de literariamente muy atractiva. Ciertas ideas y pensamientos del protagonista son repetidos de forma recurrente, probablemente de manera intencionada, para conseguir en el lector una sensación de familiaridad con el personaje y lograr, poco a poco, que aquél se sumerja en la mente del Padre Soler.

Debe hacerse una alusión al título del libro, El diablo vestido de fraile. Es éste el apodo con el que los monjes de El Escorial se referían a Antonio Soler (Así lo atestigua el propio compositor en una de sus cartas al Duque de Medina Sidonia, cuyo hijo fue alumno suyo.) y que se ganó por su forma de tocar el órgano, llena de, en palabras del autor, “tal número de florituras y juegos para el oído que los monjes sentimos que nos distrae de nuestras oraciones; que es como un diablillo que quiere seducirnos y alejarnos de Dios”.

Por otra parte, es conveniente comentar algunos aspectos no de la novela en sí, sino de cómo ésta es presentada. En una nota preliminar, el autor remite a la citada obra de José Sierra como fuente principal para su obra, pero se echa en falta una bibliografía al final del libro, lo cual habría resultado muy interesante para quien quisiera indagar algo más en sus fuentes. Además, también habría sido de agradecer la inclusión de alguna nota a pie de página o al final del libro sobre algunos de los hechos históricos narrados, con el mismo objetivo. El autor se acoge en esa nota preliminar al “principio de verosimilitud”, pero, en cambio, indica que los hechos ficticios y los reales se mezclan sin distinción, pues el carácter de novela evita la necesidad de discernirlos (así es, pero al lector curioso le habría gustado algo más de información).

Finalmente añadir el interés del formato novela para acercar al público hacia temas que de otra forma podrían resultar lejanos o inaccesibles, siempre y cuando se haga con buen criterio, como es éste el caso.

 

Salir de la versión móvil