Al acabar de leerlos te preguntas por lo que has aprendido y la respuesta es que poco, y hay veces que simplemente nada. Sí, es verdad que gracias a estos estudios sesudos la literatura filarmónica se enriquece con datos que fueron dados por perdidos, con justificaciones e ingenios varios que hacen que la evolución desde el punto de vista diacrónico de nuestra historia nos aclare una realidad que no acaba de encenderse ante nuestros ojos; es cierto que sin ellos, no hay evolución; Son muy necesarios con el fin de desencriptar el difícil arte de la música, pero los musicólogos no nos hemos dado cuenta de la finalidad primordial en las páginas que pueblan estos trabajos, que se escriben como enseñanza al público, y este fin se pierde entre esos cientos de hojas porque no tenemos en cuenta la meta final: enseñar a amar la música.
Con cierta alegría me he encontrado, en este caso, con un manual que he podido hasta recomendar a alguna persona no docta en la materia, con un libro del cual yo mismo he aprendido y, nada más acabar el primer capítulo, hasta me ha servido de guía para llegar a explicar ciertos temas engorrosos que mis alumnos de la ESO encontraban aburridos e insulsos. Es un manual sin grandes elocuencias, sin la pretensión de llegar sólo a un público docto en la materia: es un material didáctico dirigido al nuevo público que empieza a ir a los conciertos, ese público que tanto necesita a día de hoy el mundo de la cultura, el oyente que hemos olvidado y que, más pronto que tarde por desgracia, va a ser el que salve la frágil industria concertística que hoy se resquebraja por todos sus ángulos. Y es en la necesidad de atracción de estos nuevos oídos donde quizás deberíamos poner todas nuestras fuerzas, consiguiendo su cometido este breve estudio sobre el Cuarteto de cuerdas porque tiene en cuenta que llenar de giros cientos de páginas es , en ocasiones, el pavor que hace que muchos huyan hacia terrenos menos pedregosos.
Cibrán Sierra no deja de lado tampoco al músico profesional que pretende sacar algo más que lo ya aprendido . Si bien en este caso no es recomendable este manual para ir a un tema en particular porque no existen tecnicismos, revelaciones historiográficas o grandes citas hacia grabaciones de referencia, el hecho de haber sido escrito por un violinista profesional en el campo hace que también sirva de guía para todos aquellos que son miembros de cuartetos o se acercan por primera vez en los conservatorios a este género. Sin ánimo de ir mucho más allá, el autor hace constante referencia a su trabajo tanto pedagógico como en las propias formaciones, a la dimensión social que adquiere el integrar una composición de este tipo, dando ejemplos prácticos vividos y mostrando la realidad a día de hoy.
Es curioso como en toda la tercera parte del libro se encuentra una especie de guía práctica del cómo crear un cuarteto, desde el no pensar a la larga que la formación va a ser un éxito hasta el pararte tras un ensayo desastroso a buscar ese sonido unitario en todos sus miembros; porque una mayoría de los que hemos conocido en nuestras carnes la dureza de la formación, entre los que me incluyo, hemos olvidado los pasos que nos podían haber ayudado a profesionalizar el campo y no encontrarnos con un grueso muro una y otra vez. Cierto es que la varita mágica no existe, no nos dejemos engañar por mis propias palabras al creernos encontrar la piedra filosofal dentro de estas páginas, pero sirva de ejemplo la experiencia de Cibrán Sierra que a mi, personalmente, me ha hecho reflexionar sobre mi propio trabajo.
Quizás nuestra experiencia en el campo sea más avanzada, por lo que el libro no deja de sorprendernos en un final curioso y de nuevo muy didáctico. Con total actualidad, se desarrolla un capítulo en unas pocas hojas –el libro entero son apenas 250, contando incluso las notas y el índice onomástico- donde se nos habla de las formaciones fundamentales que copan los países más importantes del mundo , todo ello con la inestimable ayuda de un árbol genealógico de los cuartetos de cuerda a día de hoy en la parte final del libro, un tanto confuso por apelotonar demasiados datos en un DIN-A4. También es destacable la actualidad en cuanto a festivales donde poder escuchar el género, así como los concursos y las instituciones dedicadas a su formación y promoción.
Seas de uno u otro campo, provengas directamente de la formación camerística o sólo seas un nuevo oído que ves duro el acercamiento al género, este libro no tiene un planteamiento meramente lineal, por lo que la lectura es fácil y amena, aparte de encontrarte con un lenguaje sencillo, directo y sin ningún tipo de retórica. Por ello creo que la política de Alianza música ha dado en el clavo publicando este estudio, un manual de un músico para músicos, de igual a igual. Sinceramente, muy recomendable para todos.