Doce Notas

‘Orlando Sabata’ y Andrea Chénier destacan en Peralada

opinion  Orlando Sabata y Andrea Chénier destacan en Peralada

X. Sabata y M. Álvarez. Cortesía Festival de Peralada

El concierto del joven Sabata, que tuvo lugar en la iglesia del Carme del castillo de Peralada, alternó números musicales del Orlando y el Ariodante händelianos con dos piezas de Vivaldi (el aria Sorgi l’irato nembo del Orlando Furioso y el exigente concierto para dos trompas en Fa, RV538). Un programa selecto y escogido durante el cual el contratenor catalán hizo gala, una vez más, de su canto exquisito y sumamente expresivo, apurando las inflexiones de cada frase y los acentos de cada palabra. No obstante, puntualmente, su voz, de bellísimo timbre aunque algo pequeña, quedaba cubierta por los enérgicos instrumentos del conjunto barroco Vespres d’Arandí, dirigidos pulcramente desde el clave por Dani Espasa. La ovación final del público en pie forzó como propina una antológica Cara sposa del Rinaldo händeliano.

El día siguiente (26 de julio), el Auditorio de los Jardines del castillo acogió una flamante producción del título verista de Giordano, firmada por el madrileño Alfonso Romero Mora y con una lograda y vistosa escenografía de Ricardo Sánchez Cuerda que ilustraba (y acusaba) los distintos escenarios y avatares de la Revolución Francesa. El eficaz y fluido trabajo de la dirección escénica fue secundado ejemplarmente por el espléndido reparto congregado para este estreno. A la cabeza del cartel, el tenor Marcelo Álvarez, de bello y poderoso instrumento, encarnó un Andrea Chénier apasionado y convincente en lo escénico, aunque a veces cantado con excesiva brocha gorda. Su amada Maddalena fue asumida por la exquisita soprano húngara Csilla Boross, quien lució una voz deliciosa y una línea de canto sumamente refinada. Sin embargo, el gran triunfador de la velada fue el arrollador y plenamente recuperado barítono Carlos Álvarez, exuberante y espléndido, tanto dramática como vocalmente, en el papel de Carlo Gérard.

Los coprimarios cumplieron también a un alto nivel, entre los cuales cabe destacar especialmente a los graves Valeriano Lanchas (Roucher) y Àlex Sanmartí (Mathieu), así como al sinuoso espía (tenor) de Francisco Vas. La orquestra y el coro del Gran Teatre del Liceu, éste dirigido por última vez por José Luis Basso, rindieron a un nivel más que aceptable, dando aliento a la riquísima y sutil partitura verista bajo la dinámica batuta del acreditado maestro Marco Armiliato. El público, como es habitual en este recinto, agradeció el buen trabajo con pies y manos.

www.festivalperalada.com

 

Salir de la versión móvil