Como postre, el segundo concierto en la capital variará el tono y las formas: la noche la ocuparán obras de Mendelssohn, Bartók y Mahler, con La canción de la tierra.
Ambos, Nagano y Orchestre Symphonique de Montréal, forman un bien avenido matrimonio desde el 2006. El norteamericano se está destacando, como su director musical, en la confección de temporadas al gusto de todos, ampliando los confines del reportorio que ha caracterizado hasta ahora a la orquesta canadiense, y en especial ahondando en la música sinfónica vienesa (Beethoven) y el impresionismo francés, a través de Debussy fundamentalmente. Parte del trabajo que vienen realizando juntos es el que mostrarán al público español estos días.