
Muestra gastronómica del Festival Vino del Somontano
Hace años que no me gusta la metáfora del túnel y la luz al final. No creo que estemos atravesando ningún túnel, al menos en el campo de la cultura, sus políticas y su gestión. Se trata más bien de un periodo de intensa y pesada niebla. Quienes vivimos en llanos con ríos sabemos de qué estoy hablando, ¡de no ver nada a un metro!.
La actual es una niebla artificial, inducida, provocada por las propias élites económico-políticas que nos alientan a esforzarnos y ser optimistas, pues “ellos ya ven la luz al final de un túnel”. Inexistente, claro.
Cuando al fin se despeje la niebla, que seguro que lo hará, veremos otro paisaje cultural, el panorama será muy distinto al del instante –mayo de 2010- en el que nos cayó esta losa al sur de Europa como consecuencia del anonadamiento de nuestros gobiernos desde 2007-2008, años en que la “crisis” se fraguó en USA y contagió a todo el sistema financiero mundial. En nuestro caso se agravó por un endeudamiento excesivo debido a la economía basada en el ladrillo: 1,5 M de viviendas vacías. Insostenible.
El panorama que veremos, culturalmente hablando, será muy parecido al que estudiamos en libros y artículos para USA y los países de tradición anglosajona: poca inversión pública y búsqueda masiva de la financiación privada: personas, familias, empresas. Un aumento de la incertidumbre que redundará en la aparición de un sistema dual: cultura comercial –casi desaparecerá la oficial/pública– y cultura de base y underground o alternativa.
La primera bien financiada por su carácter masivo –grandes producciones comerciales de teatro, musicales, circo, cine– mediante patrocinio de multinacionales y los altos precios de las entradas, giras continentales y una temática que no aluda a ninguno de los problemas mundiales o locales. Mero entretenimiento, que como decía Frank Zappa es la parte amable del complejo industrial-militar USA. Las empresas transnacionales del entretenimiento ya han tomado posiciones incluso en el sur de Europa: Francia, España. El paradigma es la “Universidad Disney” que produce doctrina incluso para el mundo de la cultura y de la empresa en general: la consabida, manoseada y vacía “experiencia”.
La segunda cultura 0alternativa/underground- tiene también su forma de funcionamiento: financiada en parte por organismos públicos –universidades USA, councils– y por la taquilla en casas de cultura, clubes, asociaciones, fundaciones, charities… es también un gran sector de actividad, empleo, economía en USA y Gran Bretaña… apelará al crowdfunding y la solidaridad social –donaciones– y al pase de la gorra en calles y plazas de nuestras ciudades. No olvidemos que es la parte más ancha de la pirámide cultural y tiene varios estratos, niveles… el básico es el de los “aficionados”… que debemos cultivar, favorecer y no maltratar con polémicas absurdas.
¿Herramienta clave? LA COMUNICACIÓN. No hay otra, partiendo claro, de conocer casi personalmente a nuestro público objetivo.
Esto, en sí, no sería el peor escenario posible. Seremos capaces de adquirir nuevos conocimientos y destrezas. Ya lo estamos haciendo. Muchos compañeros de profesión de mi edad estamos asistiendo a cursos y seminarios organizados por alumnos nuestros que tienen otra visión de la gestión y las políticas culturales, otras herramientas de trabajo…una de las tareas más interesantes de los últimos años.
¿Problema? En el clima de penuria económica al que están sometiendo al sur de Europa –España, Portugal, Grecia, Italia, Francia– ni particulares, ni empresas ni la sociedad tendrán recursos suficientes para mantener esta cultura dual a la que estamos abocados.
“Cuando despeje la niebla” el panorama será más parecido al de América del sur que del norte, y de ellos también podemos importar conocimientos, herramientas. Por ejemplo, una vocación más social y educativa de los programas culturales, musicales, teatrales. Una vinculación más fuerte con las artesanías, las tradiciones, la antropología, el territorio. De hecho ya se hace, pero muy tímidamente y sin mucho convencimiento.
Pongo un ejemplo del que no quiero se desprenda ninguna connotación negativa: en mi ciudad, Valladolid, se celebra anualmente un Festival de Blues de un fin de semana. Una de los momentos es el “blues vermout”… a mediodía, claro… no está mal para empezar, pero sería muy conveniente indagar la relación blues-gastronomía… tanto en el sur criollo de los EEUU como en el norte industrial se asocian las dos tradiciones, siempre después de los conciertos nocturnos. Atraen a miles de espectadores-comensales cada año tanto en Chicago como en New Orleans.
¿Tenemos que cambiar de modelo de funcionamiento? Sin duda, pero manejemos desde la cultura el vehículo, no dejemos el volante, de nuevo, a los “profesionales de la política”. Les da lo mismo cultura que agricultura. Y así nos va.