
Ensemble Orchestral Contemporain de Lyon. Cortesía CNDM
Se trata de una tradición larga y afianzada en el panorama musical de la capital: la Casa de Velázquez, en la que residen becarios franceses de diversas disciplinas artísticas y científicas, se ponen de fiesta y muestran al público madrileño lo que sus músicos son capaces de hacer. Es una actividad que, lógicamente, coincide con las muestras de arte que iluminan esta residencia de la Ciudad Universitaria madrileña por estas fechas.
Los responsables artísticos de la Casa de Velázquez tienen a gala mostrar esas músicas, generalmente estrenos mundiales, en las mejores condiciones posibles y siempre en colaboración con señaladas instituciones locales. Durante décadas, la Casa ha mostrado sus frutos en colaboración con el CDMC, ahora lo hace con el CNDM, dentro de su temporada y en sus espacios representativos.
Este año, tras una pausa de un curso sin “bailar juntos”, la Casa se reintroduce en la Serie 20/21 para dar voz a sus tres becarios musicales, en alternancia con otras tantas obras de compositores clásicos de nuestra época. Serán Giörgi Ligeti, Seis Bagatelas para quinteto de viento; Pierre Boulez, Dérive; y José Manuel López López, La Pluma de Hu.
Por su parte, los jóvenes que brindan sus primicias son Carmine-Emanuele Cella, (1976), italiano con una extensa residencia en Francia, y los franceses Mathieu Bonilla (1979) y Vicent Trollet (1978). Son compositores muy sólidos y con un sentido de la responsabilidad artística que podría incluso chocar con su edad media, la de la primera madurez de un compositor, bien pasada la treintena.
Un concierto plural y bien planteado
Las obras muestran no pocos rasgos que se podrían definir como de época, la preocupación por el tiempo, en primer lugar y el gusto por el viaje y otras realidades culturales, como es el caso de la pieza Romería, de Bonilla, con una especial inspiración en experiencias recibidas en España, desde las romerías populares hasta los frescos de Goya o sus impresionantes pinturas negras. O también la pieza de Trollet, Shapfuta, un término sirio antiguo que evoca en el autor resonancias árabes no alejadas del imaginario medieval español. En cuanto al italiano Cella, su pieza “La memoire de l’eau forma parte de una ópera que compone en su residencia en Madrid, pero que tiene personalidad propia a modo de reflexión sobre el tiempo, la memoria o el instante.
En cuanto a las obras “clásicas”, las bien conocidas Seis Bagatelas para quinteto de viento, del húngaro Ligeti, son una de las obras mejor conocidas del repertorio camerístico del trascendental compositor del siglo XX. En cuanto a Derive, de Boulez, también es una cita permanente en conciertos de plantilla reducida, quizá por su accesibilidad sonora, la menor dificultad de ejecución y lo ajustado de su instrumentación. En cuanto a La Pluma de Hu, de López López, se trata de una pieza que se toca a menudo, hasta el punto de que se oyó en el Auditorio Nacional de Madrid hace apenas un par de meses.
En conjunto se trata de un concierto sólido, con el interés que tiene ese medio concierto que es estreno mundial y, por qué no, la posibilidad de reencontrarse con el Ensemble Orchestral Contemporain de Lyon que dirige desde hace muchos años Daniel Kawka, fiel a las citas madrileñas y uno de los mejores grupos franceses que no se mueven en el entorno de París. El mismo concierto se presentó en el Conservatoire à Rayonnement Régional de París, en la Rue de Madrid el día 10 de este mes.
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www.cndm.mcu.es