Doce Notas

Financiación de las artes, la cultura y la música en el siglo 21

jazz y mas  Financiación de las artes, la cultura y la música en el siglo 21Hubo un gran acontecimiento en 2001 –asalto a las Torres Gemelas– que supone una gran tragedia histórica, pero pienso que para las artes y la cultura –en sentido estricto– la Crisis del 2007-2008 es el punto en el que entramos en un nuevo estadio de la evolución artística, al menos en sus aspectos económicos.  La inyección económica a los bancos –que van de malo a muy malo en general– en USA y Europa hace temblar los ya ajados cimientos de la financiación de la cultura.

Prácticas de consumo y compra de acceso a programas musicales como los abonos por temporada, se hunden estrepitosamente, en parte también por que los públicos jóvenes no son tan fieles como sus mayores. Me dicen que pasa hasta en el fútbol.

Los menguantes presupuestos públicos deben atender más necesidades y por lo tanto descapitalizan muchas prácticas costosas. La dedicación de presupuestos de las empresas a cultura –interesante en el mundo anglosajón– en el sur de Europa ni está ni se la espera pese a los cantos de “sireno” del Secretario de Estado para la Cultura en España, por no ir más lejos. Hasta la poderosa Fundación Gulbenkian (Lisboa, Londres) ha disminuido dramáticamente sus presupuestos.

La compra  “cultural” de particulares y de hogares desfallece en el sur de Europa. En España estamos hablando de un descenso de un cuarenta por ciento en las recaudaciones de taquilla de cine, teatro, música, danza. En este último caso la situación en extremadamente grave en sus aspectos “de espectáculo”, no así en los aspectos formativos donde se mantiene un buen entramado de establecimientos de enseñanza. Si además encontraran una “denominación” que incluyera el baile tradicional y el flamenco puede que la cosa comenzara a verse de otra manera.

¿Qué nos queda entonces de la financiación cultural tradicional? Suelo referirme a este tema como “las cuatro patas” de una mesa. Una de esas patas, la pública, ha sido amputada de forma dramática. La del mecenazgo se mantiene en países de Centroeuropa y anglosajones. Aquí solo con la contribución de bancos y cajas en los noventa, se pudo considerar como una pata –apoyos financieros, contratos, giras por establecimientos de las propias cajas–. Las otras dos patas serían la taquilla y la generación de recursos mediante la diversificación de actividades y generación de recursos propios. La primera ha sido malherida por la subida del 8 al 13% del IVA, el más alto de Europa.

Más un castigo al sector que un medio de recaudación, pues si pones una barrera tan alta en el precio mucha gente deja de acudir, por lo que la recaudación baja o se mantiene y se hace un mal al sector como el que estamos viendo, que podemos visibilizar en una pérdida masiva de empleo cultural.

La capacidad de generar nuevos recursos es interesante. Desde cursos a alquileres de espacios y equipos pasando por servicios culturales prestados por las organizaciones culturales. Ya se venían haciendo pero ahora se buscan con más intensidad.

Vemos en los últimos años como mecanismos de búsqueda de financiación como el crowdfunding han sido eficaces para levantar proyectos, no tanto para consolidar la financiación general de las organizaciones. Y vemos cómo en algunos países –Gran Bretaña especialmente–  la Lotería ha sido una fuente de financiación importante. Primero para rehabilitación de espacios y construcción de nuevos equipamientos culturales, ahora para financiación de actividades, ya que se destinan a estos objetivos el setenta y cinco por ciento de lo recaudado.

En los últimos meses  resurge la polémica sobre el uso de los fondos.  Un tercio de los ayuntamientos proporcionan casi el setenta por ciento de los ingresos, casualmente los más populares. Frente a eso solo se benefician de un treinta por ciento de los fondos, grosso modo. Las clases más populares, más necesitadas de fondos culturales –patrimonio y deporte– reciben mucho menos de lo que aportan. El ayuntamiento más beneficiado es Westminster, casualmente uno de los más ricos del país. Ya se han puesto manos a la obra para corregir esta “disfunción” –en palabras del Arts Council of Great Britain– a ver cómo lo hacen porque pienso que podría ser una buena referencia para España, donde tenemos ya la ONCE que ellos usaron de referencia.

Otro tema de interés es el de la emisión de sellos con parte de la recaudación para un objetivo cultural. Ahora saldrá uno dedicado a Paco de Lucía, hemos visto el de Hendrix en USA en fechas recientes.  No está sobrado el flamenco de fondos y de apoyos públicos –sigue sin entrar en los conservatorios– y quizá un emisión de sellos procuraría fondos para los institutos oficiales de algunas artes, especialmente las musicales.

Antes de dar un no rotundo… ¿Por qué no lo hablamos? Merece la pena explorar otras vías de financiación y mantener vivas las artes, la cultura, la música.

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