Doce Notas

El manuscrito de Cervera, un lenguaje coreográfico propio

libros  El manuscrito de Cervera, un lenguaje coreográfico propioEl manuscrito de Cervera es uno de los códices menos trabajados de la tradición coreica; fechado en 1496, es una de las fuentes indispensables para el estudio de la baixa dansa e incluye, además, un método de notación propio para la descripción de las coreografías que contiene.  El minucioso análisis que lleva a cabo Cecilia Nocilli, investigadora con formación en musicología especializada en música y danza de los siglos XV al XVII, supone novedosas conclusiones sobre este importante escrito.

Es en la introducción donde sienta las bases de la metodología que utiliza: el análisis parte de una descripción codicológica a la que le sigue un análisis paleográfico que, acompañado de excelentes fotografías, aclara aspectos literales del códice. Pero, más allá del análisis filológico, el estudio pretende, en palabras de la autora, “desbloquear la contemplación de la fachada de un dato para reconstruir y dar vida a una praxis coreica específica siguiendo una metodología científica” (p. 11); una metodología que es entendida como un acercamiento de carácter intertextual, esto es, como una forma de indagar en los datos literales a partir de la comparación con otros afines a él, o incluso con otros textos de distinta naturaleza. Es aquí donde se nota el sesgo derridiano (citado en la bibliografía) del estudio, en este intento de reconstruir las “huellas ausentes”.

Al igual que en otras artes, en las publicaciones actuales de danza es habitual utilizar a filósofos (Derrida, Deleuze y Foucault, especialmente) para justificar, con mayor o menor acierto, análisis o reconstrucciones de todo tipo, como si los conceptos filosóficos estuviesen dispuestos en una suerte de caja de herramientas a la que los distintos teóricos pueden  recurrir para reconstruir el pasado. Sea como sea, el libro de Cecilli no se encuentra entre este tipo de utilizaciones banales; se trata de un estudio minucioso, riguroso y  científicamente impecable. No se puede negar que poner en relación a un texto de danza con otras artes o saberes tiene buenas consecuencias, y las conclusiones que en este caso específico conlleva, además de ser estimulantes, hacen que el estudio pueda ser interesante también para lectores que no procedan del mundo de la investigación en música y danza si bien, dado su carácter riguroso, se encontrarán con un lenguaje especializado.

El principal tipo de texto con el que se compara el Manuscrito estudiado son los tratados de danza que aparecen en Europa en la misma época, lo que permite concluir que el códice, de origen catalán, es deudor de la tradición francesa y borgoñesa de la basse danse, una consecuencia que, más allá de las habituales peleas de Escuelas, permite pensar la idea de un lenguaje coreográfico común.

Pero el elemento de fondo más presente son los aspectos musicales ya que las fuentes coreicas han sido estudiadas casi siempre por musicólogos: a pesar de ello, y dada la relevancia y la atención prestada a la ejecución práctica de los pasos, no parece que la danza esté pensada sólo a partir del lenguaje prestado de la música.

De la comparación intertextual también se puede concluir que la danza del siglo XV no sólo tenía un carácter festivo o lúdico, sino que era un elemento más de la identidad política y cultural de la Corte y la sociedad. El lenguaje coreico de la Península Ibérica generó su propia identidad sin perder de vista la comunicación entre las cortes, donde la fiesta palaciega hacía las veces de escaparate de concepciones artísticas. Dentro de este esquema de concordancia cultural en el que se implica la danza, esta también es, como resulta lógico, deudora de una determinada concepción filosófica, aunque también pueden encontrarse referencias sociológicas (diferencias entre maestro y alumnos, por ejemplo) o modales (especialmente, cuando la danza es utilizada como ritual de seducción)

El libro termina con un pequeño glosario, a modo de diccionario, sobre el léxico de la danza noble de los siglos XV y XVI. Una acertada manera de terminar un texto que, globalmente, ayuda a crear un lenguaje propio. Y crear lenguaje es crear mundo.

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