Es cierto que Pascall pone las fuentes que maneja en su contexto histórico y que no las trata como entidades aisladas, pero lo hace en aras de proyectar el contexto sobre las obras de tal manera que éstas se convierten en reflejos de una situación personal y profesional determinada. Aunque la Sarabanda y Gavotta son productos del contacto de Brahms con las técnicas contrapuntísticas del pasado –alemán– en momentos puntuales de su vida, la contextualización no ofrece ninguna novedad especialmente relevante (la correspondencia con Joachim no podía faltar). Lo mismo ocurre con el análisis de la música en la que esta obra derivó: el Segundo Sexteto de Cuerda, Op. 36, el Primer Quinteto de Cuerda, Op. 88, y el Quinteto para Clarinete, Op. 115. El análisis se plasma en una serie de descripciones largas y en ciertos casos incluso tediosas; sin embargo, las comparaciones entre obras quizás podrían haberse utilizado para alcanzar conclusiones de mayor calado acerca de la visión estilística y conceptual de Brahms.
De todas maneras, Pascall ha querido tomar este enfoque y lo ha llevado a cabo con una precisión científica exquisita. El prefacio del libro, por ejemplo, es una muestra de claridad de propósito y método. La organización del libro está pensada para servir a su contenido, y no al revés. La calidad de los ejemplos musicales y el nivel de detalle en las cuestiones editoriales están a la altura de la RMA como institución. Aunque la profusión y longitud de la notas a pie de página son excesivas y hacen que el discurso resulte sobrecargado, el libro está basado en un trabajo analítico muy riguroso, ofreciendo así apreciaciones de gran valor que pueden ser tomadas como base para otros estudios. Los objetivos marcados en el prefacio se cumplen sin duda alguna: es precisamente la razón de ser de esos objetivos y el camino de la musicología como disciplina lo que suscita el debate.