iTMOi (in The Mind Of igor), declara su intención desde el propio título. Directa. Emocional. Psicológica. La coreografía escapa al soporte de la música original de Stravinsky. No se somete a su ritmo irrefrenable y en ocasiones inigualable. Akram Khan dedica su pieza al compositor ruso eligiendo una vía de acceso distinta a La Consagración de la Primavera: bucear de lleno en el universo mental y anímico del sacrificio colectivo, de la sumisión y la insurrección. En su particular homenaje, Khan vuelve a investigar, “no solamente a través de patrones como hizo Stravinsky, sino también a través de la exploración de la condición humana. Una ruptura en la mente, una muerte en el cuerpo y un nacimiento en el alma, todo nos recuerda que la mente y la imaginación son salvajes y auto generadoras” como declara el coreógrafo.
Un solo atávico inicial nos clava expectantes en la butaca limpiando cualquier estado de ánimo anterior. El intérprete oscila entre la risa aguda y el mantra bajo lanzando la voz desde las vísceras para modularla con calma sofisticada. Para redondearlo, el intérprete dota al personaje de un movimiento que pasa de animal a hierático de un instante al contiguo. En lo sucesivo una “reina blanca” preside la escena. Su presencia permanente se convierte en foco de diversas danzas del pueblo hacia su matriarca, salpicadas de arranques de rebeldía, ternura y compasión. Completan el elenco un grupo de intérpretes excepcional guiados por la mano sencilla y humana del coreógrafo a través de una atmósfera meditativa y densa que contrasta con escenas de actividad salvaje.
Desde una estética plástica, sutil y pura, Khan es orgánico en su composición y controla con maestría el ritmo del espectáculo, que no deja caer en ningún momento la tensión escénica. La conexión emocional que consigue con los asistentes es máxima en la escena del sacrificio. La conmoción general deja el patio de butacas paralizado por unos instantes antes de sumergirnos en un dúo que cierra el ciclo de la muerte y la vida, ritmado por un péndulo que amansa los ánimos.
La banda sonora creada por Nitin Sawhney, Jocelyn Pook y Ben Frost completa la imagen por la que nos lleva Khan. No sólo ofrece el paisaje sonoro de cada escena sino que se suma, como otra voz, al discurso del coreógrafo.
Un aplauso sincero cerró el espectáculo devolviendo a los bailarines toda la energía que proyectaba un público desarmado.
El Teatro Central convierte Sevilla en destino cultural para el público de la danza contemporánea. A esta obra del autor británico y sus dos representaciones con el teatro lleno, le siguen creaciones de Sidi Larbi, Vandekeybus, Hofesh Shetcher, Chouinard, y la Compañía Nacional de Danza, entro otros. Por si faltaban razones para viajar a esta ciudad.
La nueva cita, el 21 de noviembre en Madrid donde ofrecerá su obra Desh. Un solo íntimo en el que bucearemos con el autor y esta vez también intérprete en “la tragedia y la comedia de las vidas en Bangladesh”, según describe el coreógrafo.