Es difícil llamar la atención sobre algo que ya no es noticia. Ni siquiera la confirmación de los peores presagios mueve a la opinión. El paradigma de la teoría del “shock” se ha confirmado y la ciudadanía oscila entre la catatonia y la resignación. Ante un paisaje tan desolado, ya nada le impresiona. Si hablas de que la práctica cultural se hunde, el personal piensa en el empleo, la educación, la salud, la ciencia o incluso el deporte y te mira con los ojos hundidos, como el leproso de la Edad Media y, claro, cambias de conversación.
Pero si la batalla parece perdida para el misérrimo hoy, no está de más hablar para el español del mañana. Si queremos seguir siendo país, necesitamos tener claridad sobre lo sucedido, debemos articular una opinión de la que se pueden extraer consecuencias que otros podrán evitar; consecuencias, por ejemplo, políticas.
Parece claro que los motivos y culpas de la crisis pueden tener un difuso comportamiento colectivo. Simplifico, desde luego, unos han tenido la cara muy dura y otros han tragado. Unos se han ilusionado muy pronto con unos cuantos caramelos y otros han especulado con las chuches. Pero si queremos aprender algo de esto, debemos mirarnos a cada uno de nosotros para ver cómo nos hemos comportado en este drama.
Pero hay torpezas cuyo incalculable destrozo son sencillas de enunciar y cuya responsabilidad se delimita con fácil precisión. Una de ellas es la del IVA cultural. Pero veamos antecedentes. El actual gobierno de Rajoy llegó al poder con un ramillete de simplezas en el ámbito cultural: la subvención es mala, hay que hacer entrar la iniciativa privada en este campo, y poco más. Es ésta una opción ideológica, un a priori que solo se demuestra si se demuestra. Pero el partido del gobierno había ganado las elecciones y estaba en su derecho de intentarlo.
¿Y qué ha hecho? Pues bien, las subvenciones no han desaparecido porque para ello hubiera hecho falta Atila, todavía tenemos leyes e intereses creados en este país. Pero la sombra de la sospecha sí se ha instalado. Queda la alternativa, la segunda parte, esa famosa iniciativa privada que, como es lógico, hace lo que quiere con su dinero cuando lo tiene. El gobierno solo puede activar este campo con una ley de mecenazgo que, obviamente, prometió.
Como esta inefable ley se comporta como Godot, nunca viene, el resultado es un destrozo achacable a una falta de previsión que no demuestra siquiera la premisa de la que podría partir un equipo de gobierno de etiqueta “liberal”. Por supuesto, el Gobierno dice que la ley llegará, y quizá lo haga en ese famoso último año de la legislatura, en el que se acumulan las promesas hechas en campaña. Pero falta saber cómo lo hará. La realidad, que es extremadamente tozuda, nos ilustra sobre el hecho de que el Ministerio de Hacienda, sea quien sea el que mande, nunca se fía de este tipo de leyes y que, además, ve Cultura como un mosquito que zumba y al que se le da un manotazo y ya está.
Pero, supongamos que un gobierno, éste, por ejemplo, logra algún resultado en este campo. Queda la prueba de la realidad, el mecenazgo no es la “purga de Benito”. Aun suponiéndole las mejores intenciones, éste no es el mejor momento para pensar en el dinero privado, falta cultura de mecenazgo, y el que existe se reparte de una manera muy asimétrica, beneficiando a grandes complejos culturales, que son los que dan visibilidad a un marketing de empresa, que es la forma moderna del mecenazgo. De hecho, la subvención podría ser el instrumento perfecto para suavizar esas asimetrías, para compensar la extrema irregularidad que se le supone a la iniciativa privada. Pero, en fin, como el PP y la derecha en general ha demonizado la subvención y nadie ha salido en su defensa, nos toca “ajo y agua”, hasta que escampe.
Una pinza maligna
Por otra parte, no hay dinero ni para subvenciones ni para mecenazgo, pero los instrumentos no tienen por qué desaparecer, es cuestión de aguantar el chaparrón.
Y aquí entra la perversión de la subida del IVA a la actividad cultural. Si no hay subvenciones, o escasas; no hay mecenazgo, o apenas; y cuando uno se va a buscar la vida por su cuenta en el árido y frío campo del vil negocio, en ese momento aparece el gobierno y deja el IVA en cifras de expolio feudal, ¿dónde está la lógica de todo esto? ¿Acaso estamos en manos de idiotas o seres ontológicamente perversos?
Una cosa es pedirnos sacrificios, que además no hace falta que nos los pida nadie (y ni mucho menos que se apunten nuestra supervivencia como un éxito suyo); y otra cosa es crear una tierra quemada en la que no hay salida que no sea el suicidio. Un desierto en el que si no te pilla la crisis, lo hace Hacienda.
Una última reflexión antes de entrar en los fríos detalles del informe de la SGAE. Algunos dirán que dónde está la injusticia de pagar impuestos. Y como el mundo parece ser de las almas simples, bajemos a la tierra. Ningún sector ha recibido una subida del IVA del 13 % de golpe. El IVA ha subido para todos, pero los porcentajes no son iguales. Además, la lógica de un impuesto consiste en que sea cobrable, tiene que haber dinero circulando y unas expectativas razonables de que esa subida de impuestos sea positiva. Destruir el tejido cultural del mundo del espectáculo no dará más impuestos al Estado. Se ha hablado de que ningún país europeo aplica este IVA a la cultura, y si alguno no ha hecho, está ya pensando en bajarlo (Holanda, Francia…).
Pero añadamos que la cultura, en su ámbito de asistencia a espectáculos, sufre todas las concurrencias. Un cine, una sala de teatro u otra de música sufre los mismos gastos que una hamburguesería, una tiende de productos eróticos o un comercio chino. Si alguien piensa que esto es normal es que hablamos de la ley de la jungla. Existen medidas que benefician claramente a cierto tipo de negocios urbanos sin que los apenas beneficiados hayamos sido consultados por ello, por ejemplo, el bosque de terrazas que han invadido la ciudad (hablo de Madrid) como una metástasis. ¿Por qué otros, los culturales, deben ser como perros apaleados?
El informe de la SGAE
El informe de este primer aniversario de la subida del IVA está compuesto de tres áreas:
El de música en directo lo firman la Asociación de Promotores Musicales y la Asociación de Representantes Técnicos del Espectáculo. Los datos más relevantes de este informe muestran que:
– La recaudación neta del sector ha pasado de 124.576.432,70 €, en el mismo periodo de tiempo del 2011 y del 2012, a 90.300.136,20 €, obteniendo un descenso de 34.276.296,50 €.
– El impuesto de sociedades ha sufrido un importante descenso de recaudación. Estableciendo un margen neto del 25% sobre los 34.276.296,50 € de disminución de ingresos de las empresas, y calculando un tipo impositivo medio del 27%, el déficit impositivo asciende a 2.313.650,01 €.
– Los derechos de autor, tarifados en el 10% de las taquillas netas, han sufrido un descenso de 3.427.629,65 €.
– Más de 100 empresas dedicadas a la promoción de música popular han dejado de operar o se han visto obligadas a reducir el número de trabajadores, como consecuencia del aumento del IVA. Se estima una alta pérdida de puestos de trabajo directos y de un incalculable número de puestos de trabajo indirectos y temporales.
– El déficit provocado en la Seguridad Social por la pérdida de estos puestos de trabajo cabe estimarlo en 2.653.088,66 €, desde que se implantó el IVA al 21 % hasta el 31 de Marzo de 2013.
Ver informe completo: http://www.arte-asoc.es/images/upload/Impacto_de_la_Subida_del_IVA_Cultural.pdf
El informe del sector de las Artes Escénicas ha sido realizado por ICC consultors para FAETEDA (Federación Estatal de Asociaciones de Empresas de Teatro y Danza).
Las conclusiones de este informe dicen:
– El aumento del IVA en las Artes Escénicas explica un 55,6% del descenso de público y un 61,4% del descenso de recaudación neta producidos durante el tercer cuatrimestre del 2012.
– Respondiendo exclusivamente al efecto del IVA, el descenso de espectadores en el tercer cuatrimestre del 2012 es del 17,48% en público y del 20,20% de recaudación neta. El resto del descenso producido hasta llegar a la variación interanual del tercer cuatrimestre de 2012, 31,43% en público y 32,98% en facturación, se explica por la tendencia sectorial, los factores contextuales y el efecto alarma.
– De mantenerse esta medida impositiva, durante el año 2013, el sector de las artes escénicas puede llegar a sufrir descensos de recaudación netos anuales entorno al 25%, lo que haría insostenible el sistema.
Informe completo: http://www.sgae.es/recursos/boletines/2013/InfoSGAE_numero26/Impacto_IVA_sobre_AAEE.pdf
En cuanto al sector del cine, el informe viene firmado por FECE (Federación de Cines de España). Estas son sus conclusiones resumidas:
– Las salas de cine registraron, del 1 de enero al 31 de diciembre de 2012, una recaudación de 606 millones de euros, un 3.81% menos respecto al año anterior, y 90.9 millones de espectadores, un 4.92% menos que en 2011. Unas cifras que podrían haber sido muy diferentes en caso de que el Gobierno no hubiera incrementado el tipo impositivo del IVA en 13 puntos el pasado mes de septiembre.
– Y es que desde que entró en vigor el nuevo IVA, la taquilla neta (de septiembre 2012 a marzo 2013) se ha reducido un 5.3% en España, mientras que el número de espectadores se mantiene prácticamente constante respecto al periodo anterior, con un incremento del 0.7%.
– El incremento del IVA supone una amenaza para la estabilidad de un sector cultural e industrial, como es el cine, que a pesar de las dificultades y de la crisis financiera, no solo se mantiene a flote sino que además en los últimos 5 años, los más duros para el sector, ha realizado una inversión de más de 100 millones de euros en la conversión tecnológica al cine digital del 50% de las pantallas existentes en nuestro país, sin ayudas públicas ni subvenciones.
– Como consecuencia de la difícil situación que han vivido las salas de cine en 2012, protagonizada por la subida del IVA al 21%, España ha perdido 141 pantallas de cine, 17 complejos cinematográficos y los puestos de trabajo en el sector se han reducido en un 12.7%. (No incluye la reducción de puestos de trabajo en los servicios auxiliares contratados por las salas de cine).
… y final…
Es interesante subrayar que muchas de estas conclusiones solo remiten al primer medio año transcurrido (de septiembre 2012 a marzo 2013). Es decir, que el balance global del año debe de ser escalofriante.
Y una conclusión final: Todo esto tiene culpables cuyas decisiones no son necesariamente achacables a la crisis. Crisis hay, desde luego, pero la crisis es el momento de los mejores. Y parece que los que nos han caído encima son los peores. Que alguien levante acta para que algo así no se repita, y que nuestros hijos y nietos lo vean.