Doce Notas

Y… ¿dónde queda la música?

jazz y mas  Y… ¿dónde queda la música?

Rueda de prensa del Festival de Santander, cancelación de la OFS de Milán

En otras artes escénicas, el teatro por ejemplo, se ha escrito bastante de la figura sobre la que pivota la actividad en cada época, la “celebritie” teatral de cada siglo. En el teatro tal como le conocemos en la época moderna –después del proto-teatro medieval– vamos reconociendo perfiles creadores e interpretativos que resultan ser centrales para avanzar en esa difusión social del arte escénico. En el periodo barroco el motor fueron los autores, en España los ejemplos de Calderón y Lope de Vega son los más difundidos.

En el clasicismo y el romanticismo fueron los intérpretes, actores y actrices que consiguieron encandilar a masas burguesas y populares, Inglaterra sería el paradigma de este funcionamiento, los intérpretes se convertirían en empresarios y productores, autores y directores a su servicio. El siglo XX conoce un cambio de modelo, los directores de escena son los únicos capaces de controlar la creciente maquinaria escénica, con el aumento de posibilidades técnicas al irse electrificando y automatizando las operaciones. Gordon Graigg, Appia, Meyerhold, Gropius, Wilson… esto llega hasta los años setenta cuando la industria del espectáculo adquiere una dimensión planetaria, especialmente con “los musicales”… se elige un tema y la nueva figura “el productor” (normalmente una empresa) se encarga de todo lo demás… eclipsándolo, obviamente. Llegándose al extremo de la industria de Hollywood: “…de los productores de…” ¡el éxito de la temporada anterior!…

En la música, especialmente en la clásica, estamos viendo algo similar. De la potencia de la obra y la autoría en épocas anteriores (romanticismo –Beethoven–, impresionismo –Debussy–, serialismo –Schoenberg) se pasa a una época de gran esplendor de los grandes directores –Furtwangler, Karajan, ahora Dudamel– sobre los que pivota la industria musical: directo más discográficas y medios de comunicación de masas.

Los ochenta y noventa ven una vuelta al intérprete (divos y divas) como elemento mediático y “atractor” de masas: Tres Tenores o Anne.Sophie Mutter, por poner ejemplos muy conocidos. Esto está acentuado en el momento actual donde se superponen estas dos figuras –director/intérprete– para eclipsar –cuando no “ningunear”– en muchas programaciones, la propia obra musical a interpretar.

No es extraño en carteles de calle, programas de mano, folletos de promoción tener que buscar detenidamente la obra ofrecida… figurando en muchos casos en una tipografía menor y en caracteres menos nítidos que los de la dirección y sobre todo los intérpretes, importantes sin duda. Si nos fijamos en medios electrónicos –televisión, radio, webs de festivales– la realidad es más cruda: dirección de programas, directores e intérpretes destacan por encima de autores y obras.

Acabamos de asistir a una polémica, ligada al Festival Internacional de Santander*, donde la acción cultural se subordina a la política de gobierno y a las estrategias personales del anterior director del citado festival. ¿Dónde estarán las musas? Sin duda ¡habrán salido espantadas!

*[Jaime Martín, director artístico del FIS, anunció en rueda de prensa el viernes 24 de agosto, la cancelación de la actuación de la Orquestra Filarmonica della Scala de Milán. Actuación programada para la Jornada de Clausura del Festival, el pasado 26 de agosto. ]

Salir de la versión móvil